A solo diez centímetros

Posted: martes, 15 de diciembre de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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La noche se hace más oscura. Puede ser que esa oscuridad de hoy no sea tan mala como la de ayer, se dice ella. Su cabellera rubia, que se confundía con el amarillo de los naranjales en su natal Ciego de Ávila, se sale por la ventanilla del taxi, cuando asoma la cabeza para indicar un bache gigantesco que amenaza tragarse al carro.
Solo diez centímetros, se repite parada en la esquina del Parque. A la derecha el Gran Hotel lleno de peces que la miran. Los peces, así les llaman todas ellas a los turistas y cuando los pescan les dicen pescado por supuesto. Peces esperando su carnada y viceversa. A solo dos metros, una experimentada que inicia a sus colegas. “Regla número uno, acostarse con alemanes, checos, búlgaros, españoles, franceses, chilenos, chinos, ingleses y hasta coreanos -del Sur, por supuesto. Pero, prohibido acostarse con nacionales, porque sus esposos lo van a considerar como un acto de adulterio”.
Empieza su recorrido habitual. El tun tun de sus caderas deja miradas al paso: esa minifalda que ella se pone le marca hasta el intestino, y la blusa transparente como sus mismas intenciones, se le pega al cuerpo y la hace sudar. Lleva unas sandalias cruzadas hasta las rodillas, las manos llenas de anillos, cada uno de una persona diferente, de una promesa distinta. No será una obra de arte colonia, pero su color café resalta en la esquina de la iglesia neoclásica.
Son las once. Ella se para en la esquina del parque. “Menos mal que no estamos en Europa, sino el frío me mataría”, mira a una banda de jóvenes que piensan acabar con el ron de Santiago. “Y por qué seguir en esto, se dice, porque no hay pescado que llevar a la mesa en una tierra rodeada de mar, no hay azúcar en un país sembrado de cañaverales, ni frutas en un paraíso tropical", se responde las mismas palabras de auto estimulación. Pero no dice, porque está loca por sentenciar a un pescado que le asegure los zapatos blancos de tacón que acaba de ver en la tienda de la Catedral. A veces aún sin un kilo arriba entra a las tiendas a oler lo que un día comprará, como cualquier española o francesa o italiana. La muy inconsciente piensa que afuera el dinero cae del cielo. Sueña con los perfumes de Gucci, Armani, con ponerse ropas de alta costura y con pasearse como una actriz desubicada, pero orgullosa de su última película.
A su izquierda los defensores del orden. La policía. Ella sabe que la miran, pero la dejan hacer por dos cajas de cigarros Marlboro y cinco dólares. A veces no son los Marlboro los que les quitan el deseo. Lo ha podido experimentar y sus amigas también. El sexo. Por suerte los de esta noche son adictos al tabaco.
Solo diez centímetros. Ya son las dos de la mañana ella camina en medio de dos hombres. Uno mayor que ella, al otro no le calcula todavía la edad pero sí el aliento. Es la tercera vez que se detiene a vomitar. A pesar de todo, ella no soporta los besos, se envuelve en halagos que no siente y no para de mentir como una loca... Sí mi amor, eres el único, el mejor hombre que he conocido, como tú nadie, - mientras un dolor en el vientre le da arcadas, pero piensa en los zapatos que se va a comprar, cierra los ojos y actúa interpretando un guión majestuoso.
Ya son las siete de la mañana pasa por el pasillo que la lleva a su casa. Su marido la espera allí. ¿Cuánto? Solo 20 dólares... La mira con el odio de haber perdido a su madre. En medio del pasillo le empieza a quitar la ropa con violencia, le grita, ábrete cojones mientras la cachea y la mantiene firmemente. Está con la minifalda por las rodillas, de un piñazo en el ojo la obliga a agacharse y sigue cacheándola en sus partes más privadas. “Puja cabrona, puja”. A solo diez centímetros está el resto del botín, en su mano. Es una táctica que ella aprendió en el oficio.Y para colmo de males tenía ahora dos dientes flojos y estaba quedándose ciega.

Filosofía tropical

Posted: domingo, 6 de diciembre de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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El proyecto de José no incluía la búsqueda de oro, ni de especies, ni la ruta hacia las Indias Orientales. El siempre buscó la isla de Cuba y un día la encontró. Entonces comprobó que tenía suficientemente dinero para pagarse 100 veces ese viaje y sobre todo vivir en esa hermosa isla. En realidad era una hermosa isla. Todo era bello, dijo, "Esta es la tierra más hermosa que ojos humanos han visto" y lo demás que se vaya para el carajo. Atrás dejaría la contaminación, el estrés, los problemas ecológicos, los locos, la mierda... Acá no tengo palabras para describir tanta belleza. Los árboles, las plantas, las flores de colores, los pájaros, los cocoteros, las frutas, el verrrdorrr.
El primer turista que encontró, fue en la playa. Era Español, pequeño, fuerte y con una barriga que no le permitía verse los pies. Estaba desnudo y mirando para el cielo, acompañado de una mujer de cara de burro, que llevaba a cuesta una jaula con un mono. Había en la isla otros personajes que José conoció poca a poco: un viejo retirado de la ex-KGB, desnudo, colorado y de barba verde ; un nórdico flaco y melancólico, un tipo un poco raro. Dos hombres discutían de beísbol, parecían ingleses y una pareja no dejaba de acariciarse bajo las sombras de los cocoteros, seguro eran franceses.
José cerró los ojos al mirar todo ese mundo y se esforzó por no ver nada. Decidió ir a la montaña. Alrededor había árboles de mangos, palmeras, tamarindos, aguacates, en fin la vida misma. Llegó y plantó la casa de campaña.
En medio de la oscuridad, la humedad, un poco de frío, los mosquitos lo invadían por montones. Eran miles de pequeños vámpiros. Sentía que la vida se le iba. A mitad de la noche tuvo que salir corriendo hacia un lago pantanoso. Después de unos minutos se dio cuenta de que estaba lleno de cocodrilos. Pero un hombre como él no se da por vencido muy fácil. Cuando salió del agua una banda de perros jíbaros lo siguieron. De nuevo tuvo que correr, esta vez en dirección a una cueva. Allí se encontró a un hombre con espejuelos, de mirada dura, recelosa y sobre todo con un poco de todo. El tambien llegó acá en busca del paraíso. Yo también busqué el paraíso, mi filosofía era la misma, yo hago esto, yo hago lo otro, yo me arrodillo, yo rezo para reunir fuerzas y bajar al puerto. El barco que me trajo no viene hasta dentro de 10 años. Cuando el venga no puedo cogerlo: el español que camina la playa con su mujer se va primero y así. Así que tengo que vivir más de 100 años en el paraíso. ¿Usted no me cree?

La metamorfosis

Posted: sábado, 21 de noviembre de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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Fermín trabajaba como portero desde hacía 10 años en el Museo Nacional de Historia de Cuba. A pesar de todo, nunca había puesto un pie dentro del museo. Un día fue convocado a la oficina del director. Historia de promoción, según decía la carta. Ese día atravezó los mil y tantos metros cuadrados del museo.
El espacio estaba ocupado por hombres que jamás habían salido al exterior y Fermín se sintió extraño al ver a sus desconocidos compañeros de trabajo. De hecho tuvo que pagar la entrada pues no lo conocían a él tampoco, aplicando el reglamento al pie de la letra:"Todo objeto animado o inanimado, animales, plantas y hombres, que no pertenezca a la plantilla interior, debe pagar...". Caminando se cruzó con hombres de expresiones glaciales y que parececían ignorar toda idea de simpatía o de humanidad. Más bien la rabia parecía dominarlos. Dos hombres abrieron una puerta y se dirigieron hacia Fermín. Caminaban pegaditos y silenciosos. Fermín sintió un tembleque apoderársele del cuerpo y acto seguido sacó un cigarro, pidió fuego. Ninguno de los dos hombres se detuvo. Fermín siguío caminando asustado. Se dió cuenta de que ninguna de las personas con las que se cruzaba, parecía fijarse en él. Ni siquiera lo miraban. Concentrados en enormes y gigantescas pilas de papeles, no querían, ni parecían querer ocuparse de nadie ni de otra cosa. Fermín se detuvo con el cigarro en la mano y se sentó en una mesa en el medio de la sala. Ya era obvio que nadie lo había notado. Y en realidad, nadie notaba a nadie. Para estar seguro, cogió una carpeta y la ripió en pedazos, pero nadie, nadie lo miró. Ahora sí estaba seguro de que nadie le iba a prestar la menor atención.¨Pues se sentó en una silla. Sentía que había caminado toda la vida. Estaba cansado. Por curiosidad, abrió una de las gavetas de la mesa de trabajo y asombrado se percató de que había miles de hojas de color verde. Era el primer color que veía desde que había entrado al museo. Hojas verdes y vacías. En otra carpeta había una "carta tipo" de interés comercial. Sin destinatario alguno. Empezó a preguntarse si podría copiar la "carta tipo" en las hojas verdes, así tendría color el museo. Miró para los lados y como nadie lo determinaba, empezó a copiar a golpes de máquina de escribir.

Adán y Eva

Posted: jueves, 5 de noviembre de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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Antonio y Reinasofía se preparaban para el invierno. Ese fue el deseo pedido por ambos a San Lázaro, el año pasado en la fiesta. Años de discusiones quedaban atrás con el nuevo cumplido. El calor eterno les era insoportable. Sobre todo, cuando tenían que aguantar durante los 365 días del año, los mismos shores y puloveres. Sin hablar del sol, caliente y torturante del mediodía.
Antonio, sabiendo que le quedaban 6 horas para ver la nieve, empezó a intranquilizarse, pues se percató que no tenían ropas para soportar los 3° de invierno y que la casa no estaba diseñada para tal temperatura.
-Tú sabías muy bien que todo tenía que estar listo para mañana y ahora no creo que en 6 horas puedas arreglar el mundo, decía su mujer mal humorada, debí encargarme yo misma. No sirves para nada.
Antonio no dijo nada. Se quedó pensando en la nueva solución. Y si le pido a Changó, dios del trueno, que me dé una casa con ropas. Pero esa idea la apartó, pues el día de Changó había pasado. No les quedaba más remedio que esperar el invierno con sábanas. Comenzó a tapar todos los huecos de la casa, a clausurar la ventana, y a calentar dos tanques de agua para que el vapor subiera.
Radio Reloj anunciaba un cambio brusco de temperatura, cosa inusual en Cuba. "Esta mañana, será las más fría de todos los años, jamás visto... el centro de meteorología anuncia 3° de temperatura en la isla... Radio Reloj, tac, tac, tac, tac, tac, 8:00 de la mañana..."
Todo cambió: el aire era cada vez más frío, el cielo cada vez más gris y la noción del tiempo ni hablar. Parecía que nada pasaba. La idea fija de ambos era cómo hacer para crear un incidente dentro de ese nuevo mundo oscuro y por supuesto qué acto elegir. Con los 3° de temperatura no se puede salir, no se puede jugar dominó en la esquina, no se puede estar en el brete y tenían que permanecer las 24 horas encerrados. Ya se les hacía difícil la vida al cotidiano.
Reinasofía fue la primera que empezó el escándalo, tirándose al piso y gritando que se iba a dar candela, pero su escándalo no tuvo repercusión. Entonces Antonio empezó a poner fuego a los muebles con agresividad, pero el humo los obligó a abrir la ventana y dejar pasar el frío. Reinasofía sugirió que sería mejor tirarse por la ventana, pero la idea la recogió enseguida, pues su cabeza no pasaba por la ventana. Y si salgo desnudo a la calle, dijo Antonio, pero también retiró la idea de la mente, pues sería un suicidio seguro con este frío.
Más tarde, se quedaron sentados en el piso, como anestesiados. Parecían muebles, parecían sombras. A partir de ese momento empezaron a aceptar la idea de que Adán y Eva eran personajes del paraíso y por supuesto el paraíso se encontraba en el trópico.

La anunciación

Posted: lunes, 26 de octubre de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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Los seres comunes (esos de los que mañana ya nadie recordará ni el nombre, ni la edad, ni las señas) representan la gran parte de cualquier sociedad. El caso de Arnulfo, es uno de ellos.
Una mañana, a las 9:24, se oyó en la sala de parto del Hospital “Juana de Oz” : “papá te quiero”. Fueron las primeras palabras que dijo Ernesto, al ver claramente las luces artificiales de la sala. Su padre, Arnulfo, estaba contento y cansado a la vez. Había pasado dos horas para dar a luz a aquella criatura. Solo le veía los ojos azules y la sonrisa de dientes blancos : ¡Igualito a su tatarabuelo, que en paz descanse! Dijo sin poder levantarse.
Ernesto bajó de la mesa y comenzó a dar pasos hacia el rostro de su padre. Era realmente asombroso como después de 9 meses uno ve crecer a su hijo en cuestión de segundos. A Ernesto se le notaba en la expresión la madurez del padre, la intelegencia del abuelo y la seguridad propia. Lo tocaba todo con las manos y reconocía los objetos en tres lenguas: español, francés e inglés.
Se detuvo un instante para asegurarse que sus ideas eran ciertas. Que su materialismo científico lo llevaría a la fama y que los problemas ecológicos sería mejor presentarlos en su próxima campaña presidencial. Avanzó para reconocer al fin a su padre, sacando del bolsillo izquierdo del traje hecho a la medida, una pluma francesa tallada en oro y una hoja para el testamento. Una sola firma y sería el abogado más feliz del mundo. Arnulfo se impacientaba. Quería ver por fin a su hijo. El cansancio, la vejez, la fiebre, su enfermedad contagiosa y el corazón le recordaban que ya no era el mismo que 10 segundos antes. Incluso estaba a punto de perder, por la enfermedad, el único ojo sano. Un segundo y por fin lo podría ver, pero dos golpes del corazón le negaron la alegría.
Ernesto se quedó con las ganas de tirarle a la cara el odio que sentía desde hacía 50 años. Con la pluma en la mano y el papel en el piso sintió las contracciones que desde 9 meses lo tenían preocupado. Y comenzó a dar a luz a su hijo. Eran las 9:25 de la mañana.

El país de las maravillas

Posted: domingo, 18 de octubre de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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En la Plaza de Marte apareció un cartel. El marido de Juanita la de la esquina se motivó a madrugar y acicalarse como para una fiesta. El cartel anunciaba buenos trabajos para los desempleados. Se solicitaban hombres entre 16 y 50 años para laborar en hoteles, en las cocinas, como chóferes, ect...
Caminando, se imaginaba al armario de la cocina con cantidad de latas de comida, listas para comer. Por supuesto no estaban vencidas. Bizcochos, bombones, leche condensada, "espán"... todo lo que le dejó de ser familiar. Las etiquetas, las marcas, los esloganes publicitarios. La idea tuvo la virtud de hacerlo sonreír. Dejó ver una impresionante fila de dientes, colmillos y molares blanquísimos que cuando llegó a la dirección indicada, un grupo nutrido de hombres se estremeció. Eran más de mil.
Se comentaba sobre las grandes ventajas de estos puestos ; si los enganchabas, entrabas en contacto directo con la comida en la cocina de un hotel. Trabajar como chofer de turismo era una fortuna asegurada.
Esos puestos no se encuentran si no es con un palancazo o pagando buen dinero. Encontrarlas gratis, ofrecidas mansamente por el estado, provocaba cierta extrañeza entre los hombres.
Cuando llegó la hora, con la puntualidad que rige el trabajo organizado, apareció una secretaria. Con voz dulce y ademanes profesionales pidió a todos, por favor, que le entregaran sus carnés de identidad para el control preliminar.
Se escabulló entre el tumulto desesperado por entregar sus documentos, y cuando al fin llegó a la secretaria, vio con asombro que una montaña de carnés lo sepultaba fuera de las mejores opciones. Pero no se desanimó.
Cuando los hombres habían entregado sus identificaciones, apareció de la nada el jefe del sector de la policía. Sacó de la montaña varios carnés de identidad de algunos de los 400 desempleados, volvió el rostro a la secretaria y le agradeció su cooperación por la tarea cumplida. Luego se dirigió a la concurrencia que miraba atónita el cambio de panorama:
-Tienen 48 horas para que busquen trabajo, o les voy a aplicar la ley de peligrosidad.
Antes de marcharse, boquiabierto y sudoroso, el marido de Juanita la de la esquina escuchó todavía al jefe de sector:
-Es la única forma de tenerlos a todos bajo control.

Historia de un sindicato

Posted: sábado, 17 de octubre de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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Calle Enramada las casas tienen dos pisos, nunca más e imposible menos. Todas las fachadas están pintadas con cal. Distintos colores resaltan a la vista mientras el sol te mata y pocos carros pasan. El marido de Juanita la de la esquina se detuvo frente a una vitrina vacía, la tienda es de dos pisos de mármol blanco, como los de la panadería del barrio. Al pasar la enorme puerta colonial se encontró en un espacio casi vacío. Era en realidad una enorme tienda que dejó su utilidad para transformarse en oficinas del estado. Monótonas, con sus decoraciones eternamente idénticas. El marido de Juanita estaba convencido de que la decoración no estaba echa para la diversión. Los pasillos estaban algo oscuros. Los mismos muebles anónimos, reducidos y estrictos: una silla, una mesa y un enorme armario al estilo Luis XV. Su decisión de recoger un cheque de mil pesos en el sindicato municipal estaba tomada. Entró en la primera oficina de las muchas, pero de ahí lo mandaron para la del frente, es decir la del barrio. De allí a otra para poner un cuño. Luego tuvo que esperar unas dos horas, porque llegó en el horario de descanso. Lo llamaron para otra oficina más amplia, pero con los mismos muebles. Luego esperó una firma de la secretaria, pero ésta no tenía lapicero y tuvo que esperar, tiempo suficiente para coger aire y leer los dos periódicos. Y así sucesivamente hasta que se fue la corriente y lo citaron para dentro de 15 días. El cheque le fue otorgado por su condición de destacado y solamente podía utilizarlo antes de 14 días.
Cansado de rebotar de aquí para allá y de allá para acá sin saber si en fin era o no era destacado, explotó su paciencia en un monólogo, merecedor del premio nacional de su sindicato;
“Ser o no ser: he aquí el problema ¿Qué es más desgraciado para el espíritu del trabajador: sufrir los golpes y la ineficacia insultante de un sindicato, o tomar las armas contra un rebaño de inútiles? ¡Sufrir… gemir… no más! Y pensar que por el sueño de hospedarme en el Hotel Santiago con un cheque de mil pesos, trabajé como un animal, hice guardia, marché, pagué mi cuota sindical y de milicias, además de acumular 200 horas de trabajo voluntario remendando un canapé para un círculo infantil ¿Qué quieren, que siga mirando estas paredes, estas cuatro paredes?”.

Al día siguiente le dieron sus mil pesos. Ser o no ser un trabajador destacado municipal: he ahí el problema.

La última cena

Posted: jueves, 1 de octubre de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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Esto ocurrió en una época en que la necesidad nos había reunido en un espacio de seis metros cuadrados. Allí practicamente vivíamos. Sabíamos que no comeríamos esta noche tampoco. Pero el feliz recuerdo del enorme almuerzo del día anterior, impedía toda angustia intestinal. Teníamos que hacer un largo camino, pues de nuestro cuarto al Hotel Leningrado había unos 10 kilómetros. Pero confieso que los caminé alegremente. Aunque ya nada tenía del almuerzo, me llegaba a tirar los deliciosos eructos y pedos que cabe imaginar.
Cuando llegamos, -se me olvidó decir que estaba mi amigo conmigo- nos agachamos para entrar en medio de la oscuridad. Pensaba que estábamos solos, pero un ruido nos hizo retroceder rápido. Comencé a preocuparme, pues no podía identificar este ruido. Los cinco tubos de ventilación que se encontraban alineados estaban ocupados. Ya empezaban a abrir las llaves de los mismos, era la hora de la comida y empezaba a salir el ruidoso aire. No entendí muy bien en un principio, pero pronto escuchamos distintamente las expresiones: ¡Langostas con mayonesa! ¡arroz con camarones! ¡Platanitos fritos! al mismo tiempo que pude ver el abrir y cerrar de narices que aspiraban el olor que salía de aquellos tubos.
Por supuesto eran las narices de otros vecinos de la cuadra que ya estaban enterados. Todos estaban tendidos boca arriba en sus respectivos tubos, aspirando el delicioso olor de estos platos. Mis ojos ya acostumbrados a la oscuridad, podían ver claramente las caras de Juanita la de la esquina, su marido, el médico y su mujer.
Después de todo las cosas no iban mal pues, nos dimos cuenta de que habían abierto dos tubos más y corrimos para no perder el plato de turno .
Esta vez no escuché ningún ruido pero flotó en el aire anunciándolo. No pude contener la alegría : ¡pollo! ¡pollo! aquello fue nuestra última comida. Al otro día, el hotel cambiaba de patrón, se llamaría San Pedro, el dólar empezaba a circular y los huecos del sistema de ventilación sufrirían sus transformaciones. Cuba ya llevaba tres años de Período Especial.

Entre tú y yo

Posted: miércoles, 30 de septiembre de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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Llegué a conocer la vida de un hombre. Solo fue una casualidad de la vida, trabajando en la televisión pude filmar durante una semana la vida de ese hombre. Es otra persona. Elegante, glacial, discreto. Muchos amigos, poderosos amigos. Seguro. El mismo se siente seguro. Del lugar donde lo filmé hasta donde el lente lo alcanzó hay tantos metros. No se puede negar que antes un hombre así es preciso inclinarse. A las 11 de la mañana, el hombre sale de su casa. Yo lo sigo, con mi cámara. La seguridad me revisa y revisa el enorme carro. El sol se anuncia caliente. La ciudad caliente. La gente caliente. El hombre espléndido. El chofer maneja con cuidado, pero seguro. Pone tercera, después cuarta, dobla aquí, se mete allá. Se detiene. Al frente está la enorme oficina de reuniones. Son las 11 y media.
Antes los pasos del hombre, se detienen las malas noticias, los malos olores, la mala suerte. Saluda y sigue caminando. Saca un tabaco. Una mano lo enciende. Atravieza pasillos. Grandes pasillos. Enormes salas deja atrás. Al fin su enorme sala de 90 metros cuadrados. Espectacular. Se sienta, la puerta se cierra. Por fin me mira, bueno a la cámara. Se abre una ventana. Su mirada se pierde al exterior. Está lejos. Se percibe un lindo fondo, con un cielo azul. El horizonte del mar. Pequeñas embarcaciones. Mira su reloj. Es una enorme esfera dorada. Se levanta y avanza. El hombre atravieza los enormes pasillos. Deja atrás los amplios salones. Por fin la enorme puerta de salida. Entramos al carro. El sol se anunciaba caliente y es caliente. La ciudad caliente. La gente caliente. La vida espléndida. El chofer maneja con cuidado, pero seguro. Pone tercera, después cuarta, dobla aquí, se mete allá. Se detiene. Son las12 y media.Dentro de su palacio lo espera una hermosa bandeja con explosiones de Huevos, jamán, papitas, mariscos, vinos, jugos, frutas, quesos...
Al día siguiente, a las 11 de la mañana, el hombre sale de su casa. Yo lo sigo, con mi cámara. La seguridad me revisa y revisa el enorme carro. El sol se anuncia caliente. La ciudad caliente...

Lisandro's

Posted: lunes, 28 de septiembre de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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Lisandro es un amigo reconocido y estimado por los suyos y por los vecinos. Siempre con el celular al oído, viste ropa de marca. En el garaje tiene parqueado un moderno carro. Uno de sus placeres es fregarlo todas las tardes frente a la casa donde vive. Disfruta pasar la esponja mojada por el metal reluciente, pero lo que más placer le provoca es ver la cara de envidia de los vecinos mientras él acaricia su auto.
Es el mejor aministrador de la provincial, destacado en todas las labores productivas y sobre todo vanguardia national. Con sólo dar un vistazo a uno de sus entidades sabe cómo van las cosas, si el trabajo promete o no. Tiene un don natural para la contabilidad y para la organización de los recursos materiales y humanos. Durante su carrera universitaria no fue de los mejores estudiantes. Más bien fue un mediocre, pero siempre supo aprovechar las oportunidades, y sobre todo sobresalir en la carrera política, siempre presto a ser el más "combativo", uno de los primeros en los actos políticos, en las concentraciones de masas, en los mítines. Militante de la UJC, dirigente de la FEU, etc., etc.
Su toque magistral está en lograr que el almacén, fábrica o establecimiento, genere ganancias para la empresa estatal, pero sobre todo que genere ganancias para él y su equipo. Su éxito se basa en la burocracia, la inercia, el descontrol, la ignorancia de los cuadros técnicos y administrativos. El otro día, él llegó a una panadería donde el robo era el lema. Lo contrataron como jefe de producción, porque necesitaban a un tipo capaz que organice, que les permita ganancias lícitas. Inmediatamente detecta "disfuncionamientos". Esperó una semana y comenzó a denunciar los métodos utilizados. El miedo y el pánico se apoderaron de los administrativos. A las pocas semanas todo cambió. La panadería terminó convirtiéndose en el mejor establecimiento de Santiago. Ahora sobrecumple todas las metas, gana gallardetes de centro destacado.

El lema de Lisandro es "A Fidel lo de Fidel, y a Lisandro lo que es de Lisandro". Vivo bien, dentro de lo posible. Tú sabes que aquí son los maestros del mimetismo. Nunca falto a una asamblea ni a una marcha contra los mosquitos, ni a una tribuna abierta contra los fantasmas del norte. Y eso es verdad, en su cuadra, Lisandro es un compañero ejemplar, nunca falta a una guardia del CDR. Es el que más comida aporta para las fiestas del 28 de septiembre, día de los Comités de Defensa de la Revolución, muchas veces la bebida va por él. Eso sí, evita por todos los medios que la gente entre a su casa. "Por las miradas indiscretas, aquí uno no sabe quién es quién".

De la literatura a la moda

Posted: jueves, 24 de septiembre de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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Conseguir un determinado libro en Cuba no es tarea fácil si no se conoce a una persona que se dedica a vender libros. Ellos se nombran libreros ambulantes. Son los que recorren librerías estatales, portales y plazas públicas donde se venden libros viejos y hasta las casas donde las familias ya no desean seguir limpiándose con la biblioteca. En ocasiones, la búsqueda de un libro puede tomar días, semanas y hasta meses. O, sencillamente, el libro no aparece, y el librero se lo comunica al cliente.
Conozco, al mejor librero ambulante de Santiago. No hay obra editada en Cuba en cualquier época que mi amigo no haya tenido entre las manos. Como conoce el valor de cada una, fija el precio del libro, teniendo en cuenta también el interés y la premura de su cliente. Mi amigo es muy querido por escritores, artistas, y los lectores en general. Hace unos días, cuando lo visité en su casa, me puso al tanto de lo que ocurre con la venta de libros, tanto a los extranjeros como a la población. Por ejemplo, los jóvenes solicitan autores que se han marchado del país, como Manuel Moreno Fraginals, Heberto Padilla, Reinaldo Arenas, Manuel Díaz Martínez, Jesús Díaz y muchos otros. Los extranjeros que buscan libros que se han agotado en las librerías del Estado, y que a juicio suyo es la minoría, prefieren libros de Che Guevara. - ¿Y los libros de nuestro hermano, José Martí? Para vergüenza nuestra, apenas buscan libros de José Martí. Como si nuestro padre, hermano, no hubiera existido. Me intereso por lo que la población compra. - Libros con temas de auto-ayuda, de consejos: Cómo ser feliz, Cómo ganar dinero, la homoxesualidad. Libros de meditación, de yoga, esotéricos, de religiones afrocubanas. -¿Y los que no se venden? - Los libros de marxismo. Los libreros no los compran porque no se venden. Mucho menos aquellos famosos, de Economía-política, Filosofía marxista-leninista, que llegaban de la KDMOPE ( Unión Soviética). - Pero en general -me aclara- la venta está floja. No hay dinero en la calle, y el que hay la gente lo usa para comprar comida, un celular o un DVD, está de moda.

Tiempo al tiempo

Posted: martes, 8 de septiembre de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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Vi con asombro las guaguas Chinas que según mi abuela, hace más de dos años la población venía esperando con interés y curiosidad.
Al montarme pude constatar que estructuralmente son sobrias y espaciosas. Los materiales son de plástico duro y resistente. Una abundante y adecuada disposición de ventanillas favorece la ventilación. Los asientos cómodos y rellenos, están adecuados al maltrato que suelen darles los cubanos. Según los choferes con los que he hablado, las características técnicas son muy buenas. En fin, la valoración que se hace de ellos es que son fuertes, modernos, cómodos y resistentes. Nadie mejor que los chinos para saber que el transporte público de un país como Cuba tiene que estar desprovisto de adornos. Hecho a prueba de guerras, maltratos e indolencias propios de la conducta humana cuando trasiega con lo que por ser de todos no es de nadie. Mi abuela que tiene un sentido realista, y que se basa en la experiencia de casi medio siglo pronostica que con el maltrato de los salvajes, el mal estado de las calles y el exceso de pasajes, dentro de poco las guaguas estarán hechas un desastre. Esto es lo que comentan ella y otros, porque es lo que han visto siempre. Pero como ninguna realidad humana obedece a leyes rígidas e inexorables, puede que con el cambio de las cosas cambie la gente y duren más estas guaguas. ¿Por qué no?

Viazul

Posted: by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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El acceso a la cultura cubana se logra desde cualquier sector. Nadie se queda fuera del atracón de arte y literatura ofrecidos como un tentempié espiritual para un pueblo convertido metafóricamente en el más culto del universo.
En Cuba lo mismo se matan cerdos en un combinado porcino con poemas, que se despide un muerto hacia la paz del sepulcro a ritmo de reguetón. Lo importante es la pachanga cultural.
La canción como “Padrino, quítame la sal d' encima”, que ha traspasado los escenarios de la cuartería, se instala ahora entre las opciones culturales de los ómnibus Yutong(VIAZUL).


Luego de las emocionantes peripecias para adquirir el boleto que incluyen altercados, chismes, estafas, sobornos y otros actos afines, sólo te resta ir el día señalado a la terminal.
Ya dentro, si no eres obeso ni tienes las canillas largas, ocuparás un asiento, rogándole a Dios que el viajero de adelante no le dé por reclinar el suyo, pues puede que te aplaste o te impida levantarte a orinar, si el baño funciona. Vencido ese trámite, escucharás las amables palabras del jefe de la tripulación.
“Estimados pasajeros, gracias por elegir la opción del Grupo Empresarial VIAZUL para viajar. Junto con la bienvenida, les advierto que no se puede comer sorbeto, pan con pasta, congrí ni yuca con mojo en el interior del ómnibus, pues las cortinas se mandaron a lavar. Además –continúa-, la temperatura del aire acondicionado no se puede subir sin que se empañe el parabrisas, así que prepárense a pasar frío si no trajeron colchas, sobretodos, medias de futbolista u otras prendas para abrigarse. Queda terminantemente prohibido encender hogueras en el pasillo. Pero lo más importante: el programa cultural es variado y de primera calidad. Contamos con un MP 3 de Marco Antonio Solís y un DVD del grupo Cola Loca. Ah, y los amplificadores son de última generación. Prepárense a gozar durante las 14 horas de viaje. Muchas gracias”
Y es ahí donde usted, aunque lo consideren picúo, demodé, o fuera de onda, quisiera alejarse del ómnibus a la distancia de un Pablo Neruda cuando escribió en una situación desesperada:
Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Escribir, por ejemplo, la noche está estrellada y tiritan, azules, los ASTROS a lo lejos. ¡Solavaya!

Patrimonio de un amigo

Posted: viernes, 26 de junio de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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Conocí a mi amigo en los años 80, cuando se mudó con su mamá para el barrio. Venían del campo. En esos tiempo facilmente te podías aprovechar de una casa deshabitada. Mucha gente se iba por el mar y adios pasado, que venga “futuro”. Ellos se instalaron en frente de mi casa. Eso sí, la casa necesitaba arreglos, pero lo esencial era que ya tenían techo. Fueron meses de ardua faena. Todo marchaba bien. Un día se apareció su madre con un nuevo amigo, o “novio", como le dicen allá. Un hombre que se decidiera a hacerle frente a la situación y a ayudarlos en los quehaceres del hogar sería lo mejor que les podría suceder.
El arreglo de la casa terminó. Meses después, la noticia de que su madre, Marta, padecía de cáncer paralizó a su hijo. Nada se podía hacer. Sólo esperar. Rogelio, el padrastro, se llevó a “pasear” a Marta. De regreso, ya eran oficialmente marido y mujer. Marta falleció poco tiempo después. La casa les pertenecía a los dos. Mi amigo empezó a vivir una pesadilla sin final. Pasaron dos años, entre discusiones y pleitos con el padrastro.
Llegó el momento de exhumar los restos de la madre. Mi amigo realizó las gestiones. Al llegar al cementerio Santa Ifigenia, los sepultureros le informaron que el cadáver no estaba. Punto. Su madre desapareció. Mi amigo, espantado, con los ojos húmedos, cuenta que una noche escuchó ruidos en el cuarto de su padrastro. El ruido no era habitual. Al entrar, lo sorprendió con los restos de su madre, revolcados en la habitación.
Su padrastro le dijo que ahora estarían juntos los tres para siempre. Rogelio era religioso y decía a mi amigo que teniendo los restos de su madre en la casa podían escucharla deambular por las noches.
Rogelio perdió el sueño, pero no la razón. Mi amigo recogió los restos de su madre y los llevó para el museo, donde trabajaba como conservador. Allí reposan. Sólo él y yo por supuesto, sabemos el lugar. Nos preguntamos cómo Rogelio robó los restos de su madre, pero ya estaban en un lugar seguro.
Días depués el padrastro desapareció. Se dice que se convirtió en paloma y que todas las mañanas pide su comida, como buen religioso. Ahora cada vez que voy al museo Emilio Bacardí, puedo dedicarles un pequeño rezo a los huesos que se exiben como el único patrimonio auténtico de la civilización española.

De tal palo tal astilla

Posted: jueves, 25 de junio de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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La religión afrocubana tiene su historia, la que practica mi madrina (Juanita la de la esquina): es el palo monte. No se preocupen que le explicaré en tres palabras. Es una religión que toma mucha disciplina, esfuerzo, tiempo y dedicación. El palero es aquel que se ha rayado en un fundamento. Hay diferentes clases de rayamientos. Todo palero aprenderá el vocabulario congo, los cantos y ciertas yerbas. La persona que vaya a recibir la ceremonia de rayamiento no deberá tener ningún tipo de relación sexual por siete días antes, esta es una ceremonia de consagración y deberá entrar limpia. Esta religión esta basada totalmente en lo que es la naturaleza. Se trabaja con las plantas, yerbas, palos, tierras, piedras y diferentes tipos de aguas, como agua de lluvia, mar, río, lagunas y hasta agua de charcos.También se trabaja con la luna y el sol en sus diferentes estaciones. En el palo al muerto se le manda y al santo se le pide. ¿ Entendieron ? Bueno el caso es que la semana pasada a Juanita la de la esquina, mi madrina, la visitaron los inspectores de Salud Pública en su misión obligatoria de lucha contra el dengue. Mi madrina que estaba en la esquina se apresuró a entrar a casa, para recibir con la mejor de sus sonrisas a los invitados de marca. Los mandó pasar, permitió que registraran patio, cocina, baño y cuartos. La inspectora, linterna en mano, revisó los tanques de agua, preguntó si la taza del inodoro no tenía salideros, si no tenían otros recipientes con "el preciado líquido", y si tenía vasos para sus muertos queridos.
¡ Ah, pero en el cuarto de los santos ! Ese, que le trae buena suerte, dinero, haijados y no deja entrar malos ojos, ni zarabandas, ni polvitos, ni malas intenciones, cohabitan las larvas del mosquito. A la par de cada santo, tres o cuatro recipientes con agua, es decir, todo un carnaval. Ahí mismo se armó el “sálvese-quién-pueda”. La inspectora puso cara de atea.
-No sé cómo carajo se puede vivir con tantos santos, le dijo
Desde ese momento, me di cuenta de que Juanita la de la esquina, mi madrina, posee poderes sobrenaturales. Con severidad todos los santos miraron a la pobre inspectora, a la que poco a poco se le convertía la cara en una especie de mosquito. La mujer lloraba, gritaba y pataleaba, deshecha en disculpas, pero no logró que le quitaran el daño.
Días después, mi madrina empezó a recibir más haijados que de costumbre. Tuvo que marchar muy bien la cosa, o, por qué para consultarse con ella había que sacar cita con bastante días de antelación.
-madrina, ¿y por qué ahí tanta gente?
-no comentes nada, pero es gracias a un nuevo santo milagroso.

Cocorevolución

Posted: miércoles, 24 de junio de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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Hablemos un poco de propaganda. Todos sabemos qué es la propaganda, no es necesario explicarlo, ni gastar tiempo, ni electricidad. La propaganda caribeña, la nuestra, no es la misma pero se explica igual.
La propaganda caribeña : campaña del estado al servicio del pueblo, tiene como objetivo la preocupación por cosas terrenales. La situación se refleja en cualquier lugar, dentro y fuera de la ciudad.
Los europeos, que viven en la otra zona tienen la suya : su Coco Chanel, Levis, Ikea, último celular, ect y nosotros tenemos hasta el casi infinito, los “héroes” (pasados) y más “héroes” (los que se añadieron en 50 años) ...y nuestras realidades.
El hecho es que tanto la televisión, la radio, la prensa como los carteles se sometieron a las leyes del marketing o sea en Europa o sea en Nuestra Isla del Caribe.

Hablemos de los carteles. Se sitúan entre propaganda política y comercial. Dando a entender por ambas partes, que la figura de un ciudadano es simplemente reducida a la condición de consumidor pasivo. Nos agrupan en masa, y por si fuera poco, nos reemplazan en la mente, autonomía y libertad, sustituyéndolas por conformismo y pasividad de carácteres regresivos.
Estas asociaciones de idea me llevó un tiempo hacerlas. Por supuesto tuvo su papel en ello mi amigo, bueno, no él de siempre. El es “extranjero”, como le dicen allá, y no puede pasarle inadvertida la referencia anterior. Basta caminar un poco por cualquier ciudad, cualquier poblado con él, para que salten a la vista los abundantes carteles : Hasta la victoria siempre, Batalla contra los enemigos del pueblo : mosquitos, Seremos como el che, Su ejemplo tiene una fuerza invencible, Volverán, Los cinco son un ejemplo de victoria, Patria o Muerte. Basta con verlo a él inmortalizándolos cámara en mano. Impactado, casi arrodillándose ante la figura del Che o la palabra Revolución con su R mayúscula. Ante mi mirada me explicó que buscaba el mejor enfoque. Luego me dice : "Me doy cuenta de que ustedes, los cubanos, han ido minimizando el respeto que los carteles suponen". También se alegra mucho de que yo esté hablando siempre de "Joseíto". Cómo no recordar a "Joseíto", si desde que soy pequeño me acompaña. El busto blanco en la escuela, junto a la bandera, en el billete de un peso, custodiando la Plaza, en la TV, consignas, carteles, la radio de onda corta. Creces con él y es como tu amigo, y sin embargo, no llega a empalagarme. Así son los medios(carteles), te hacen vivir una etapa pasada de la vida que no conociste. Hasta le celebramos el cumpleaños. Gracias a los medios él nos cae bien.
Para los de la otra zona, la propaganda es más peligrosa. Se presenta bajo forma de artículos perjudiciales o totalmente inútiles, haciendo promesas falsas. Me acuerdo cuando llegué acá vi una sobre una máquina para afeitar. Tenía tres cuchillas y era la última generación. Llevo tres años y van por seis cuchillas.
En resumen : digo que el efecto principal es que las dos zonas pierden la confianza en dicha propaganda. Sé que existen millones de personas que desean ser hipnotizadas para poder olvidar, por un instante, el mundo absurdo en que vivimos. Pero nada nos impide poner a un lado, un solo día, esa verborrea y recordarnos que cada uno de nosotros tenemos derecho a ejercer nuestra autonomía y libertad.

Zapato-excremento

Posted: lunes, 8 de junio de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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Le cuento a mi amigo que la ciudad donde vivo, Montpellier, tiene una gran similitud con Santiago de Cuba y La Ciudad de la Habana. Los acontecimientos sufridos en estos tiempos me hacen pensar eso. Ahora soy precavido y observo con detenimiento el asfalto. Para mi familia soy una especie de detector de minas. En otras palabras, detector de protuberancias fecales, haciendo las tres ciudades los mayores servicios sanitarios al aire libre.

En Santiago la noche es peligrosa para los peatones desprevenidos, pues plantarle la suela a una defecación de perro vagabundo, cambiarle el diseño a la de un gato o desparramar la de algún inquilino habituado a aportar su cuota de pestilencia a la calle -bien como protesta o simplemente por necesidad- es algo casi natural. En la Ciudad de la Habana, muchos hogares carecen de inodoros e innumerables barrios afrontan una escasez en el suministro de agua que impide la práctica de métodos civilizados. Este es uno de los motivos para la proliferación de las inmundicias. El otro es la fatal entronización de la indisciplina a gran escala, llamado “zapato- excremento”.
”Cuba que linda es Cuba, quien la defiende la quiere más” hermosa las postales turísticas. La gente no cambia y no quiere cambiar. Todo no puede ser la culpa del Estado. Los sembrados de porquerías pululan frescos y rancios, en las aceras y en las avenidas, solitarios y envueltos en trozos de prensa oficial.
Le digo a mi amigo que existe otra semejanza, y es que aquí, el “Estado” se encarga de poner al servicio del cliente pequeñas bolsas plásticas. Es cierto que a diferencia tenemos que pagarlas con nuestros impuestos, pero se imaginan ustedes con esos distribuidores al servicio de nuestros cubanos. Se acabó lo que se daba. Es inquietante lo que sucede, aunque el cubano se acostumbra, incluso colabora con el desparpajo como si nada le interesase. Hasta cierto punto se impone la lógica.
Mi amigo palideció dentro del baño de un hospital. Tuvo que entrar en el hospital para orinar. Había una cola enorme. Me cuenta en detalles que bajo el cartel de NO FUMAR, varias personas expelían sendas humaredas indiferentes y conversando con el sosiego y el tono de quienes asisten a un partido de beisbol. Del baño salió con los ojos al borde de soltar lágrimas. No pudo esquivar las heces, que se encontraban detrás de la puerta. Pudo salvar la camisa que le regalé: Montpellier.

Café off

Posted: miércoles, 3 de junio de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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A nosotros o casi a todos nosotros, nos gusta saborear una tacita de café. En las casas podría haber faltado cualquier cosa, pero siempre está presente la tacita de café, presta a recibir al visitante. A falta de razones, el no ofrecimiento de café es considerado por la visita como descortesía.
Pero qué esfuerzo. La canción de Mamá Inés “todos los negros tomamos café”, está algo lejos. Y cuando digo esto me viene a la mente mi amigo, porque según él, cuando se levanta sin tomar café le entran mareos y su cuerpo se embobece.
El café se vende cada 15 días por la libreta de racionamiento a razón de dos onzas por persona. A veces, cuenta mi amigo, que no llega a las dos onzas, pues el sobrecito viene roto. Pero tú sabes mejor que nadie ¡ qué no es café!. El contenido de ese envase consiste en una mezcla de chícharos y café, con predominio del primero sobre el segundo, en proporción desconocida, oculta a la población como secreto de Estado. Casi nadie lo sabe.
Dos onzas de café se van en dos coladas. ¿Y el resto del tiempo qué?. Opción. Mi amigo se tiene que levantar una hora antes de ir al trabajo, ir a las pocas cafeterías que aún existen, y comprar el brebaje oscuro y carente de aroma al precio de 10 centavos por taza. Para obtenerlo debe conocerse el horario de colada, me cuenta él, que varía caprichosamente, y desafiar la fila o cola de adictos, donde son frecuentes los gritos a los que quieren colarse o retardan el movimiento al demorarse soplando el caliente brebaje.
En realidad, la forma más común de satisfacer el deseo o necesidad es comprándole café a particulares que ofertan una mezcla de dos partes de chícharo tostado y molido con una parte de café, al precio de 5 pesos por latica metálica de leche condensada.
¡ Claro está ! la venta es peligrosa. Es un peligro considerable que está en la naturaleza misma del producto. Su aroma se adueña de la atmósfera alertando el olfato de los CDR, omnipresentes delatores. Aunque su presidente de vez en cuando toma su café a escondidas.
Como ves, no es fácil mi hermano, así que cuando vengas lo solo que te pediré es una librita del preciado tesoro, que exportamos y que no tomamos. Yo sé que tu conoces esta realidad, pero te la recuerdo para que no te olvides, que todos los negros tomamos café.

Naturaleza muerta 2

Posted: viernes, 29 de mayo de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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La calle, tranquila. Entré a mi casa con el maletín y la carne.¡ Sin novedad en el frente!
Mi mujer se puso contentísima. ¡Cinco libritas de carne! La cortamos en bistecitos que parecían tela de cebolla, finitos, para que alcanzara para los muchachos y nosotros, pero decidí que me comería dos de aquellos.
Sacamos unos cuantos, los pusimos en una cazuelita y los adobamos con limón , sal y ajo, ah, y una cebollita pequeña.
Como a las ocho de la noche decidimos sentarnos a la mesa: bistec ( dos para cada uno), arroz y ensalada de tomate. ¡Un banquete!
Cuando iba a llevarme el primer pedazo a la boca con el tenedor, tocaron a la puerta. Fue un toque duro, con autoridad. Alguien de la familia, seguro.
En efecto, mi suegra.
Yo andaba por el cuarto, escondiendo los platos. No se me ocurrió otro lugar más apropiado que meterlos bajo la cama.
La vieja llegó hasta el cuarto, por poco me sorprende en la escondedera.
- Mijito, ¿ qué te pasa que estás metido ahí? ¿ Te sientes mal? ¿No han comido? Ay, qué olor a carne frita. Oye, ¿ ustedes comieron carne hoy?
-No mima, ¡qué va! ¿Carne? ¿ En qué mundo tú vives, chica?
Era mi mujer que se encontraba tras ella y me hacía señas de que la sacaría pronto de circulación.
- Es el olor, ¡qué olor más rico, cojones!
¡Seguía mi suegra con lo del olor!
Y la vieja se fue para la sala, los niños estaban en casa de la vecina, viendo una película de vídeo.
- Guillermo ni se te ocurra decirle a mi mamá que conseguimos carne.
- ¿ Por qué chica?
- ¿Por qué? ¿Ya se te olvidó que mi padrastro es Jefe de Sector en Martí?
Mi mujer se sentó al lado mío, en el borde de la cama. Bien al borde, porque el centro se hundía como una red de pesca.
- Coño, pero yo no puedo creer que tu padrastro nos vaya a echar pa`lante. ¡ Vaya, me parece imposible!
Me acomodé más hacia el borde.
- Esto no es igual, dale un bistec, que se lo coma con nosotros o con los muchachos, cuando suban y que no le diga nada a él.
- Ella se lo cuenta todo a él. ¡No puede ser!
- ¿Qué cuchichean ustedes ahí? Parece que están rezando, ¿cuál es el misterio que se traen entre manos?
Mi suegra, ahora de pie en la puerta del cuarto. De regreso de su excursión por la sala y la cocina. Mi mujer se levantó de la cama y los muelles protestaron.
- Mima, no es nada. Es un asunto entre Guille y yo. Te voy a dar los hilos que me pediste para que puedas coger la camioneta que pasa para Versalles a las nueve y media, si pierdes ese, hasta las once no pasa otra.
- Oye, niña, ¡qué apurada estás en que me vaya!
- La calle está peligrosa. Dicen que hay un violador por ahí, por la línea del tren.
La vieja se echó a reír.
- A mí no hay quien me meta mano. Oye,¡qué olor a carne frita!
- Y sigues con lo mismo. ¡Cuando la coges con una cosa no la sueltas!
Mi mujer le preparó un paquete con hilos de diferentes colores, también le echó unos botones y la despidió rápido.
Nos volvimos a sentar a la mesa sobre las nueve y algo de la noche. Sin bisteces. Los ratones se encargaron de la tarea.
Ahora tengo un ligero tic que mi mujer no soporta. Me quedo largos minutos masticando. Luego trago con agua. Aquel cuadro de la sala desaparació para siempre.

Naturaleza muerta

Posted: jueves, 28 de mayo de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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En la pared de la casa de Guillermo, el médico del barrio, solo había cuadros de comida. Todos los países estaban representados: España era el primer plato que siempre le gustó a su mujer. La semana pasada, aquella página del la revista "Hola" española, convertida en cuadro fue la perdición de Guillermo.
Yo tenía ganas de comerme un bistec de res, sabroso, gordo, rebosante de sangre. Como lo anunciaba aquel cuadro que estaba en la sala. Se lo dije a mi mujer , pero me miró atravesada, nadie iba a venderme carne de res. Es que yo había olvidado a qué sabía un bistec de res, pero aquel cuadro me despertó el recuerdo. Fue idea de mi mujer decorar la casa con escenas típicas de distintos países. Por supuesto la cocina fue el tema principal.
Estuve tres o cuatro días indagando en le barrio, quién podía venderme unas cuantas libritas de carne. Pero nada.
Al quinto día se apareció en la puerta de la consulta Juanita la de la esquina
- Docto’, yo tengo carne de primera.
La observé, el estómago reaccionó primero. Hizo un leve ruido, se movía. Luego se me movió la mente.
- ¿A cuánto?
- A cincuenta la libra, pero por ser pa’ ti, te la dejo en cuarenta, ¿ te cuadra?
- Me cuadra, ¿ te doy en medicamentos lo que no pueda darte en efectivo?
- Meprobamato y Parkinsonil. El Mepro pa`mi y el Parkin pa`Lezama. Agarra tremendas notas, lo liga con el ron y se pone a gritar historias.
- Adelante con los tambores, ahora no hay nadie. Vamos pa`tu casa.
Eran como las once y pico de la mañana. Llegamos a la casa de Juanita. Una de las hijas estaba limpiando la sala, era un piso de mosaicos antiguos y rajados, pero que cogía buen brillo si frotabas duro. Olía a kerosén fresco. Comprobé que la muchacha echaba unos chorritos de una botella en el cubo de la limpieza. Era luz brillante.
- Pasa, Guillermo... No te quedes ahí en la puerta.
La hija tenía una voz dulce y la sonrisa de la madre, abierta, con la misma cantidad de dientes. Era delgada y fibrosa y movía la cintura de una forma contagiosa.
- No, me quedo aquí.
La madre nos dejó hablando y desapareció por un pasillo mientras su hija pasó el trapeador por debajo del sofá y dos cachetes asomaron por debajo del diminuto pantalón, allí se quedó unos minutos como si buscara algo bajo el mueble.
- Esto es de primera. Cinco libras, a cuarenta: doscientos pesos. Dame cien pesos y lo otro en pastillas, ¿okey?
- ¡Sabroso! Mañana te traigo el dinero y las pastillas.
- Llévatelo en este maletín, no suda por fuera. La del comité estaba en la puerta cuando entramos. Nunca nos ha denunciado porque siempre la tocamos con algo, pero esta vez no le dimos nada y nos tiene el ojo echaó. Docto’, si te paran muérete antes de decir que te vendimos esto...(seguirá mañana)

La historia de Juana

Posted: martes, 19 de mayo de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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Mi primo Sergio era todo un personaje, tan chiquito como su perra e igual de pendejo. Recuerdo que un día le prendí una en el hocico de Mirringa y él salió disparado por todo el patio junto a su perra. Todo eso sucedió mucho antes de la separación de mis padrinos. Después vino el cambio. La separación de mis padrinos. Una tarde mi madrina y su vecina se halaron los pelos en medio de la calle. Las palabrotas que vomitaba mi madrina:¡hija de puta eres la más barata de todas las coño su madre!. Pero de nada sirvió, mi padrino se fue tras aquella "hija de puta" y todo se jodió. Desapareció para siempre el esquema familiar. Mi primo Sergio cambió.
Mi padrino era un tipo bajito y flaco, negro. Aún hoy no me explico cómo podía luchar en la cama con mi madrina, una mujer que triplicaba su peso y casi la mitad de su estatura. Era vicioso a fumar tabacos, siempre lo podías encontrar en el portal con uno de ellos en la mano aunque estuviera apagado. Luego tuvo dos hijos más con la vecina y se parecían mucho a mi primo Sergio.
En la casa de mi madrina las únicas sesiones de espiritismo o santería, no eran las únicas fuentes de ingreso, ellos practicaban en ese tiempo la bolita. Allí mismo y cruzando la avenida de San Pedrito justo en la esquina de la Conga de San pedrito, bajábamos por una callecita y asistíamos a las sesiones de mi madrina. Vi cosas extrañas en esas sesiones aptas para todas las edades de aquellos tiempos, como por ejemplo, cuando se invocaba la presencia de algún muerto y éste aparecía en el cuerpo de la persona en trance, entonces se establecía un breve diálogo entre el familiar y el muerto presente.
La casa de mi madrina fue vendida después de la separación.Vivieron en la avenida Garzón, casi frente a ellos vivía mi abuela. Nunca más oí hablar de santería o espiritismo, creo que pasaron muchos años, bien fundadas razones tuvo la madrina para desconfiar de unos santos tan cabrones que le robaron a su marido. Ambas casas eran de mampostería y algo amplias, luego, con el correr de los años, he tratado de explicarme esa facilidad que tenía mi madrina para vivir bien. Ella fue la que mejor vivió de todas sus hermanas y hermanos, pero lo asombroso es que nunca le conocí vínculo laboral alguno, y tampoco practicaba ese negocio viejo del cuerpo, porque ni eso poseía, era gordita y cilíndrica, solo podía presumir de sus ojos encantadores que nadie sabe dedonde salieron verde claro, porque en mi familia todos eran trigueños, y con esto no quiero poner en tela de juicio la pureza de su familia.
Parece que los hombres siempre se sintieron atraídos por aquellos bellos ojos, porque de verdad, nunca le faltó marido y todos con buenos empleos, aunque para serles sincero, todos le duraban lo mismo que un merengue en la puerta de un colegio, solo el último logró sobrevivir muchos años, hasta que estando aquí afuera me enteré que murió. La dejó con muchos hijos. Ella siguió su vida convirtiéndose para todos en Juanita la de la esquina.

En Cuba todo el mundo es artista

Posted: jueves, 14 de mayo de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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La mayor parte del tiempo, nosotros los cubanos mostramos cuan grande es nuestra obra. Si llegamos a E.U, europa, China, Japón, tienemos que sacar el aire caribeño que “aquí el que manda soy yo cojones”. Mi vecino es uno. Espécimen en via de extinción. Se llama Julian, pero todos lo conocen por José Lezama Lima. Escritor cubano ya fallecido, autor de “Paradiso” y probocador de la gran cena lezamiana en el filme “Fresa y Chocolate”. Las ocurrencias de Julian, perdón, Lezama fueron muchas. Según afirmaba, fue explorador, mago, marinero, profesor, dueño de una plantación de caña, entre otros cien oficios, y estuvo prisionero durante el gobierno de Batista, cuando lo confundieron con un espía alemán.
El grupo que estaba sentado alrededor de la esquina, fijó los ojos en el cabello blanco de Lezama Lima, sus espejuelos espesos, la forma de mover los labios y la dureza del rostro cuando lo decía.
Se sentía dueño de todo lo que había en el barrio. La esquina era el espacio mágico donde, entre la hilaridad y el desconcierto, escuchábamos las mil y una historias de Julian, perdón Lezama.
Apretados los unos contra los otros en la pequeña esquina del barrio, a veces sustituíamos los juegos callejeros por las historias de Lezama.
“¿Ya les dije que Abel Prieto me solicitó que escribiera la historia del tabaco en Cuba? ¿Y que decidí titularlo Nicotine Tabacum Amerique Latine?”. Y miraba los rostros aprobatorios sin detener su lengua.
-Nadie conoce como yo, las causas del moho azul y la roya del tabaco. En mis vegas de Pinar del Rio se daba la mejor hoja del mundo, casi del tamaño de una sábana, pero las abandoné para llevarme la mujer del alcalde. ¿Verdad, Nena?
Su esposa, Juanita la de la esqina respondía desde la ventana:
-Sí, Julian perdón, Lezama.
“Eran tiempos duros. Tan sólo por hablarme alto sacaba la escopeta y balazos pa’ cualquiera.”
Pero donde más seguidores tenía era con la literatura. Convertido en intérprete, traductor, editor de lecturas y títulos de obras escuchadas por radio. Siempre nos dejaba boquiabiertos.
-¿Les hablé de la muchacha que convertí en escritora junto a otros escribanos de mala muerte para las letras?
Y se tomaba un aire, asentando sus pasitos cortos y perdía la mirada en las en la entrada del puerto de Santiago.
“Se llamaba Caridad. ¡Qué muchacha aquella! Era una flor. Lo único que apenas podía caminar por los juanetes, tenía un ojo atravesado y era de poco pelo y fuerte olor. ¡Pero como besaba esa condena!”.
Un suspiro hondo separaba cada evocación de la mujer antes de hablar de su obra predilecta:
-¿Alguno de ustedes han leído siquiera por casualidad algo sobre “El rey de la Habana”, “Antes que anochezca”? ¿No? Pues ese soy yo.
Y de forma ritual, como cada tarde, se colocaba la mano sobre el pecho y concluía:
“Esa es mi historia, aunque contada por los hermanos Pedro Juan Gutierrez y Reinaldo Arenas, a quienes este humilde servidor abrió los caminos de la literatura”. Yo Julian, perdón José Lezama Lima.

Más lejos que Cuba

Posted: sábado, 2 de mayo de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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Acá les cuento las diferentes etapas que todos los cubanos pasan. No sé si existen bravos guerreros que niegan o dicen lo contrario. Algunas de estas etapas son el recuento de las largas conversaciones con mis compatriotas. Yo siempre diré que uno es de donde se sienta bien. En mi caso me siento bien en Francia al lado de mi familia. En el caso de otros ya podrán leerlo detenidamente. Y eso, a nosotros los cubanos no nos lo aprendieron en la escuela. La realidad de la vida es nuestra última escalera y muchos no llegan. Reconocerse es el miedo que nos persigue. Para gran sorpresa irse de un país, el cual tú conoces de arriba abajo significa pensarlo bien. Después si te decides a quedarte te lo perdiste y si es lo contrario los compañeros de inmigración te harán conocer que aún puedes arrepentirte. La carta blanca, el pasaporte, la carta de invitación. Estos tres pasos llevan su tiempo. Tiempo. Tiempo. Tiempo. Tiempo y después Tiempo.

Tu familia, el barrio, los amigos y enemigos. Adíos a todos. Aeropuesto Internacional José Martí(poeta, padre, pensador, amigo, escritor, bonito y héroe nacional de Cuba; vivió gran parte de su vida en el monstro, EU. ¿Le gustó?). Uniforme de Inmigración. La ventanilla. Momentos de tensión. El compañero lee de punta a cabo el pasaporte como una novela. Mira 40 veces tu foto. Sudas.
Preguntas del compañero:¿A dónde vas? -¿Por qué? -¿Visita por tres meses? -¿Y vuelves? –
Respuestas: Voy paraaa, voy paraaa como se llama- Me casé(dices bien bajito)Sí compañero, por supuesto. Finalmente el Cuño.
El avión. Retraso. ¿Escuché bien o será en inglés? ¿Y ahora por qué el avión sale con retraso? Seguro que es por mí. De seguro alguien se enteró de los 100 dólares que le pasé al Director por la firma de la liberación. (No te quejes, si taita Julián hubiera podido comprar su carta de libertad por 100 dólares, la historia de Cuba hubiera sido otra...). Cuando el avión finalmente despega te vuelve el alma al cuerpo.

Sentado en el avión. ¿Cómo se cierra el cinturón? No pidas otra Coca Cola no vaya a ser que "no te toque" o que la aeromoza te dé una mala contesta. Oyes voces, ¿estarás en el paraíso?¿Serán ángeles ? No. ¿Qué cosa es un Seguro? ¿Cómo sacar dinero de una máquina sin meter la tarjeta al revés?
Llegas. Ves lo que te imaginaste. Te desmayas en las grandes tiendas. Chocolate, leche condensada, carne mucha carne, cerveza, arroz, leche, miles de productos. Cuando entras a las tiendas te pierdes. Para comprar un cepillo de dientes te tardas dos horas. Los carteles publicitarios son gigantescos. Por primera vez pasas de las 150 libras pues te haces las tortillas con 10 huevos, jamón, cebolla, lo que encuentres. Comes un pedazo de carne en el desayuno. Quieres ganar el tiempo perdido. Comer, comer y comer.
Ahora a buscar trabajo. Y... "pasaron 1, 2, 3, 4, semanas; 1, 2, 3 meses" ¡Cojones, ni de sepulturero encuentras trabajo!. Tienes que pasar diplomas en otro idioma. Claro estás en vía de integración (bonjour Monsieur en quoi puis-je vous aider ? comment vous appelez-vous ? Remplissez ce papier, je ne le comprends pas). Conoces la ciudad de arriba abajo y no has hecho ni un amigo. ¡Te empieza a molestar la soledad y no hablar tu idioma!
Tu mente es una cabrona. Empiezas a pensar en la familia, en el barrio, en la mesa de dominó. En los negrones que al pasar las muchachas decían cochinadas (hoy piensas que son piropos). ¡Qué simpáticos muchachones!. Puedes imaginarte a la vieja levantarse e inundar la casa con el aroma de café que aunque fuera chícharo.
¡Reconoces qué lindo es tu país y su gente y que jodío es el frío!
Descubres a Lecuona, Matamoros, el Bola, Maria Teresa Vera, Buena Vista Social Club y a Compay Segundo. Tus libros tienen como tema: Cuba. Ahora quieres ser diferente, es más, hacer saber a todos tu origen.
Entiendes de una vez que los que estamos fuera, necesitamos más de los que están allá, que ellos de nosotros. Sus problemas se “resuelven” mandando euros, lo que necesitamos nosotros no cabe en mil correos.
Llega finalmente la esperada primera visita a Cuba.
¡Qué desilusión! Estás allá y ya no eres de allí. No conoces al grupo de moda, ni a dónde va la ruta 59, o qué novela están poniendo. Santiago o la Habana te es más ajena que Pekín...
Al segundo día, si no fuera por la familia, quisieras volver a casa. ¿A casa? ¿Pero no era esta tú casa? No perteneces a ningún lugar. No existes, todo es un espejismo.
En el aeropuerto, al regreso, esa vez no te harán tantas preguntas. Las preguntas te las vas a hacer tú... Si yo lo hubiera sabido antes. Tarda tiempo entender cuál es nuestro verdadero lugar.

Casados

Posted: miércoles, 29 de abril de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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Historia real o ficción pueden pasar en cualquier momento en la isla de Cuba. Las cosa que dejé en Cuba, siguen pasando con el mismo espíritu de siempre. Quedaremos condenados a seguir pa’lante.
Antonio, francés de 32 años viajó a Cuba y se enamoró. Mariza de Céspedes y de Castilla, 28 años, soltera y sin hijos vivía con sus padres como era la tradición. Todos bajo el mismo techo(hasta que la muerte nos separe). Dos años de encuentros fueron suficientes para que Antonio se decidiera a casarse. La distancia era insoportable. Llegó el día. Hacía un calor insoportable. Santiago de Cuba, 39°, las 3 de la tarde y eran las 3 y media. Toda la familia estaba reunida. Antonio, que ya conocía el 50 porciento de los problemas burocráticos de la isla era incapaz de controlar su inquietud. Empezó a desilar su corbata. Sentía un calor sofocante.Y el notario que no llegaba.
-Si el hijo de puta del notario no viene esto se va pa’la pinga –susurra el padre de la novia a su mujer.
Contrario a la informalidad de muchos cubanos, los novios, los padres de la novia, los testigos y los invitados, llegaron puntuales a la notaría. Sólo faltaron los padres del novio, Francia.
-El notario vive en Chicharrones y a lo mejor no pudo coger la guagua –comentó un testigo, para calmar el ambiente.
-A lo mejor viene en bicicleta y de allá a aquí hay como veinte kilómetros. Esperemos un poquito más.
Antonio está tenso. Se va a levantar y la novia lo ataja. Lo atornilla a la silla con palabras muy dulces, como de miel.
-No te inquietes, mi amorcito. Ya sabes que estas cosas pasan aquí. ¿De verdad me quieres? ¿Me llevarás a conocer la Torre Eiffel? Nos pasearemos por la calle de Alcalá cogiditos de las manos, ¿verdad? Acuérdate que me prometiste llevarme a esa tienda enorme que se llama… que se llama… no recuerdo bien, algo así como el Carafure…
-Carrefour, mon amour. Claro, mi vida, lo que me desespera es esta estúpida espera. Je suis au point de me casser d’ici d'envoyer tout ça à la merde.
- No, señor. ¡Por nada del mundo! Mi hija se va a casar porque no es una cualquiera. Por favor, espere un poquito más –contestó la madre, que a pesar de no entender el idioma se la olió.
Y del notario, ni la sombra. José Manuel de Céspedes, el padre, se fue a la esquina a tomar un poco de ron, y no escuchó los gritos de alegría cuando al fin apareció el notario, disculpándose por la pequeña demora. Y ya posesionado de su puesto de mando, el hombre pasó lista a los convocados cual si fuera un jefe de pelotón.
-Testigos; amigos; padrinos; madre; José Manuel de Céspedes, José Manuel de Céspedes ¿no se encuentra José Manuel de Céspedes?
-¿Dónde pinga está metido tu padre?- gritó Antonio, al buen cubano.
José Manuel de Céspedes, que ya regresaba sin saber que el notario ya estaba en su mesa, apretó el paso al ver a su esposa, con la cara de diablo y con el pensamiento escrito(hijo de la gran puta, coño tu madre)
- ¡Desgraciao! ¿Dónde cojones te metiste? Al novio lo tenemos aguantao. ¡Si se levanta y se va se fue pa’la pinga todo esto y horvoir France!-se quedó sorprendida de lo rápido que va aprendiendo el Francés.
José Manuel de Céspedes estampó su firma en la casilla que no le correspondía. ¿Habría que hacer los papeles de nuevo? ¿Volver la semana siguiente, o mañana? Era lo peor que podía ocurrir. El vuelo Habana-Paris estaba fijado para las 11 y 10 del día siguiente.
Sofía de Castilla casi se desmaya. A la novia se le aflojaron las piernas. El novio no comprendía el nuevo contratiempo. Se instaló en el salón un silencio de sepulcro que rompió José Manuel de Céspedes encojonado.
-Doctor, los novios se van para la “Torre ifiele” esta noche, ¿cree usted que pueda hacer algo para subsanar el error? –lo miró con malicia. -Dé por seguro que se lo agradeceremos mucho.
-No se preocupe, de Céspedes, lo de la equivocación lo resuelvo con una nota al margen con mi firma y el cuño de la notaría.
Todos recobraron la respiración y la alegría.
- ¡Al fin casada! ¡Y bien casada! Ya salimos de ella. Antonio es una joya. Mariza y él nos ayudarán desde “franco”.
-Desde Francia Sofía, desde Francia
-eso mismo, que la Virgen de la Caridad del Cobre les dé mucha suerte y salud –murmuró al oído del marido.
José Manuel de Céspedes puso un billete de 20 CUC en el bolsillo del funcionario público, mientras se decía; “¡Al fin salimos de esto!" Luego, en el aeropuerto, se reunió otra vez con los novios a despedirlos, entre lágrimas y suspiros. En el último abrazo Sofía de Castilla tuvo tiempo de decirle a la hija:
-No te olvides que tu padre calza el 47 y tu hermanito el 24. Tu abuela la pobre consíguele las pastillas para cagar y un ventilador. Para mí aquella blusa y la cartera con perlitas que vimos en el anuncio de “carefole”. ¡Ah, y los "fulas", digo, los euros para arreglar la casa y comprar el televisor, el frío, la nueva cocina, el DVD! Bueno, mi'jita, tú llevas la lista. ¡Buen Viaje y que Dios los acompañe!

Claro-oscuro tirando a negro

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Estas palabras son textuales de una conversación que tuve con Rolando, un amigo. Él jura que esta historia se la contó otro amigo, es decir una tercera persona, la cual no sé quién es. Por supuesto los chismes son así. Claroscuros, tirando a negro. El caso es el siguiente: en un solar de La Habana, capital de todos los cubanismos, donde jamás ha entrado el olor a rosas, ríos, montañas ni muchas otras cosas que representan el campo, sucedío la historia.
Sergio acababa de llegar de Santiago de Cuba. En el solar era uno más de la larga lista. Llegó a la capital con el espíritu de hacerse un sitio en la gran economía cubana. Una semana le fue suficiente para que de pronto se viera favorecido por la presencia de una joven mujer, cuyo mayor atractivo eran un par de rizos que revoleteaban sobre un cuello delicado. Era toda una belleza con acento de feminidad y delicadeza.
Sergio, macho y guerrero, con una larga experiencia del sexo femenino, se imaginaba ya los pormenores propios del sexo. Aunque justo es decir (según mi amigo) que a veces, sobre su perfume que usaba, se percibía un cierto tufo a sudor de potra desbocada. Pero para Sergio eran simples códigos repentinos y fugaces reprimidos tras una larga espera de calor humano. Es decir en celo, para que puedan entender (palabras mías).
Con un cálculo frío y en pocas horas, se trasladaron al primer piso y único de aquel solar. Cuarto número 22. Donde la ausencia de iluminación favorecía sus ansias. En el fragor de la calentura Sergio metió la mano bajo la saya y, para desconcierto suyo, se encontró con el “fenómeno”. ¡Quién iba a decirlo!
La reacción fue de ira ante lo que consideraba una burla y una estafa. La falsa mujer de cabellos rubios y aroma de potra, cayó al suelo y desde allí, con los labios sangrantes, suplicaba y gemía. Sergio se conmovió…. y la perdonó.
La muchacha resultó ser un trabajador del zoológico. El hombre alimentaba a las fieras más peligrosas como: mariposas, colibrís, león y algunos locos que se quedaban a dormir. Rogelio del Monte le cambiaría el destino del advenedizo. Lo incluyó en su libreta de racionamiento y en el registro de vecinos, otorgándole así residencia legal en la capital. Le facilitó el amparo y la anuencia del CDR. Así pues, la estrella de la suerte de Sergio aparecía en la persona de aquel cubano “luchador” y “buscavida” . Dicen que viven felices, y la mutua comprensión sólo se eclipsa por los celos excesivos de Sergio quien, entre otras cosas, le prohibió a Rogelio del Monte, dar de comer a los últimos de su larga lista, el hombre.
¡Quién iba a decirlo! Nadie se explicaba cómo Sergio, siempre alegre, parrandero, macho, pudo haberse desviado por tal camino. ¡Quién iba a decirlo! Fueron las palabras de Rolando cuando colgué el teléfono.
Dos semanas despúes me vino a la mente la historia. Todavía no sabía por qué mi amigo se tomó tanto esmero en contarme ese cuento.
Hoy recibí una carta de otro amigo, contándome entre otras cosas el éxito que tiene Rolando en la capital. Dice que todo le va de maravillas.
¿Rolando en la capital?

De Alto Cedro a la batalla de ideas

Posted: domingo, 26 de abril de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas: ,
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Malvina, joven alta y flexible, es la hija de nuestro presidente de los CDR.
Pese a su infancia prendida al patio de gallinas, los bueyes que atravesaban surcos, los grandes matorrales en el camino para ir a la escuela, siempre soñó en grande. Quería ser como esas modelos que estaban en París, que salían en la revista Vogue, que arrastraban sus tacones de fortuna. Soñaba con entrar a un rascacielos de Manhattan, o vivir en una casa al lado de las olas del mar.
Pero nació en Alto Cedro, donde la tierra negra y los cafetales se funden con el cielo en un horizonte que termina en la escuela, el título colgado a una pared, los hijos, las reuniones, los chismes de pueblo chiquito infierno grande, y a morir la vida.
Su madre vivía con las cinco hijas, Malvina hija de nuestro presidente y las otras de Romualdo Montero, tractorista de una granja estatal, más pobre que una rata, bebedor y pendenciero.
Malvina sólo alcanzó a ser la modelo de Alto Cedro, la rubia esplendorosa que arrancaba el rubor a los arrieros, los cultivadores de café, y a cuanto profesional mataba el tedio y la mediocridad besándola con los ojos entre los cafetales.
Hace más de tres años que vive en Santiago de Cuba. Y tres meses que vive con su padre, nuestro presidente de los CDR. El caso es que en vez de modelo se convirtió en propiedad de Rey, un hijo de Juanita la de la esquina. Chulo de profesión que la hizo jinetera de moda en los hoteles y parques de la ciudad.
Sus ojos pasaron del verde al negro en no pocas ocasiones apagada por el puño celoso de su dueño cuando la encontraba hablando con cubanos. Españoles, franceses, suizos, italianos, chinos fueron arrancando uno a uno sus sueños. Su padre no la quería ver en eso primeros años, pero si podía comerse la carne que ella dejaba.
Ahora vive con su padre, ajada como un papel. Obesa, ronca y despintada sin el fino glamour de una gorda de Fernando Botero, la belleza de Alto Cedro. Se dedica a ayudar a las tareas del CDR. En estos días, me cuenta mi abuela que le dieron un reconocimiento con medallas y toda la pompa por su labor en la cuadra, y que su discurso(parecido al del padre)fue sacado por el periódico Sierra Maestra.
" Queridos compañeros. Una parte de los conceptos que voy a expresar hoy han sido dichos; algunos se han desarrollado más en medio de la lucha; otros se refieren a las metas alcanzadas; otros son reflexiones. Un día como hoy, en que ustedes me condecoran, trataré de explicarles cómo y por qué es un día muy especial para todos nosotros. Lamentablemente la responsabilidad que cayó sobre mí a lo largo de este intenso y difícil proceso revolucionario, y de modo particular mi relación con la Batalla de Ideas, me obligan a referirme a discursos, reflexiones y conceptos propios, lo cual no me agrada, y pido por ello de antemano excusas. Siempre he pensado que las ideas no giran en torno a los hombres públicos, son estos quienes deben girar en torno a las ideas..."


Como las cosas cambian.

El arte de picar

Posted: viernes, 24 de abril de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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Juanita la de la esquina era una fumadora en potencia. Esa terrible enfermedad la arrastraba a comprar dos paquetes diarios, de las que sólo podía fumar una caja de cigarros. La otra caja se la fumaban sus vecinos, compañeros de trabajo ambulantes, el carnicero, la vendedora del pan y otros. Todos estos amigos son conocidos por “picadores”.
-Préstame uno que cuando compre te lo devuelvo. Tú no tienes un cigarro, que se me quedó el paquete en la casa. Me puedes dar 50 centavos para completar dos cigarros. No fumes delante de mí que estoy dejando el cigarro, pero me puedes dar uno.
Son frases clásicas que identifican “el arte de picar”. Calcula Juanita la de la esquina que 20 cigarrillos diarios que le “picaban” sumaban 7 mil 300 anuales; período en el que convertía unos 14 mil pesos en humo y colilla.
Hubo etapas en las que se engañaba a sí misma. Compraba tabacos, los cortaba en dos o tres trozos, y cabo a cabo se los iba fumando al despertar, después de desayunar, almorzar, comer, merendar y antes de acostarse. Asimilándolo como un deleite más que un hábito. Ignoraba que, aunque no inhalara el humo total y directamente por la faringe, la nicotina le penetraba por la lengua hasta el torrente sanguíneo.
Asegura que por una parte los cigarrillos caseros, conocidos como tupamaros, inundan el mercado, y por la otra, es imposible echar una bocanada de los tabacos de a peso sin lamentarse de su mala calidad. Con un gusto tan amargo como si se tratara de hoja del plátano torcida y apagándose sucesivamente. Otras veces te encuentras con una puntilla, un pedazo de cable, una presilla metálica para papel y demás componentes muy ajenos a la picadura.
“Una vez –comenta Juanita- se me apagaba y se me apagaba la breva. Me percaté de que en la ceniza había algo duro. Con la ayuda de una pinza extraje de su interior un trozo de zíper de la portañuela de un pantalón”.

La verdad es que nadie podía separar a Juanita de la fuma desenfrenada, ni su esposo, ni sus hijos, ni el médico, ni siquiera la acción depredadora de los picadores que se contaban por decenas. Si bien los estimaba en el plano personal, calificaba esas pedigüeñerías como otro vicio semejante al de fumar. Había “amigos de lucha” que suplicaban un cigarrillo teniendo en el bolsillo, y pedían fuego para reservar fósforos o economizar gas y piedra de la fosforera. “Algún día hablaré de esta gente ”.
Hace ya dos meses sufrió un infarto. Dejó el cigarro y los tupas: “Me salvé en tablita, los que se jodieron fueron los picadores”

Clandestino

Posted: domingo, 19 de abril de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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Había una vez, un hombre que nació y se crió en La Isla de La juventud (parte de la Republica de Cuba situada al sur de su geografía) tubo la posibilidad de estudiar, para hacerse una persona de bien, reconocido y respetado por amigos y familiares. Deseaba serle útil a la sociedad tal como correspondía en esa época en que los jóvenes se movían para contingentes de la agricultura, la construcción y la inductria. Eran los hombres nuevos. Llenos de capital humano y excelencia.
Este hombre, que le llamaré Antonio Fuentes, logró conseguir su propósito. Se graduó como mejor estudiantes. Penetró en la sociedad laboral, con categoría de técnico medio. Pasado en tiempo fue viendo como sus sueños se fueron desvaneciendo. Incapacidad, cumplir, corrección y calidad fueron las palabras que le sonaban en la cabeza. Su insuficiente salario y sus múltiples aspiraciones e ilusiones se le quedaban en la mesa a la hora de comer.
Pero seguía increíblemente su labor: superación personal, emulación socialista, metas cumplidas y sobrecumplidas, normas alcanzadas, estimulo en CUC, la jabita con aseo personal y las promesas gubernamentales de que con mayor esfuerzo y sacrificio, con más trabajo y ahorro, alcanzaría el soñado bienestar. Todo lo que intentó dentro de los parámetros legales, fue en vano.
Agotado, decidió probar de otra manera fuera del control y la promesa estatal. Por ese camino casi de inmediato, verificó la mejoría económica y el favorable cambio de aspecto de si mismo, su familia y su medio. Adquirió, una confianza progresiva incrementando las negociaciones, el intercambio y la competencia y con ellas, se globalizó, extendiéndose fuera de su barriada, transformándose sin notarlo, en un empresario competente, adicto a las ilegalidades, ganando fuerza por días en su gestión dentro de ellas.
Entró en el discurso político:obrero ejemplar y luego joven comunista, posición que le sirvió para salvarse varias veces de la confiscación de sus bienes y la prisión. Pero ya sucumbían gastados, tanto el carné de militante, como los argumentos y la entrega política, quedándose sin otra opción según sus propias palabras que ¨¨salir echando¨¨, dejarlo todo atrás: hijo, esposa, amigos. Fue así que migró precipitadamente de su tierra natal, para eludir el peligro de aquella sanción mayor, que ya se veía venir.
Un buen día sin pensarlo dos veces, subió a una embarcación en la isla-país y luego de dos horas de travesía, se bajó en Cuba, comenzando su nueva aventura de inmigrante ilegal dentro de la patria. Este estatus que no alcanzó mantener oculto por mucho tiempo, provocó nuevamente que fuera conducido con regularidad, a diversas estaciones de policías y poco después, lo trasladaban deportado para su país, la amada Isla De La Juventud. Fueron muchas veces, pero Antonio Fuentes seguía. La metamorfosis que sufría era obligada. Se sentía acorralado entre dos aguas. Tanto en La Habana Cuba, como en La Isla de la juventud, era declarado persona no grata e impulsado a vivir en la diáspora y todo, por cumplir sus sueños como en cualquier parte del mundo. Por eso no entendía con claridad su situación.
Primero, en su país de origen, viéndose apretado de dinero y su familia con dificultades para sobrevivir, abandona el trabajo arriesgándose a comercializar: vendió guayabas, aguacates, viandas, frutas. El negocio lo llevó a mayor escala cuando observó que era provechoso. Si hubiera sido posible tener un negocio y pagar una licencia, todo hubiese sido diferente, pero esa posibilidad dentro de la ley no existía. Luego fue detenido, le aplicaron varias multas, hasta que sin salida, se vio precisado a escapar hacia el exilio en una embarcación.
Ya en Cuba, intentó varios oficios entre ellos la carpintería. Le iba bien, incluso, pensó comprar un cuarto, traer a su hijo con él y hacerlo ciudadano cubano. Pero la madera conque hacía los muebles no la vende el estado y por andar con un bulto de tablas encima sin precisar la procedencia, fue capturado y comprobada de paso, su otra ilegalidad. La de ser extranjero y andar indocumentado en su propio país. De ahí en adelante no respiró más, escondiéndose, evadiendo, sobornando a sus adversarios cuando era detectado.
Dejó la carpintería presionado por la vigilancia del CDR y la policia. Se entremezcló en negocios de “más envergadura”, haciendo vida nocturna para desaparecer su imagen ante los perseguidores. Los ingresos aumentaron en la misma medida que la categoría de la ilegalidad. Vivía alquilado por 50 CUC y portaba un teléfono celular con el cual se comunicaba para sus evoluciones, se vestía bien y podía mandar su remesa familiar, siempre, “trabajando” en las sombras. Pero al que velan no escapa. Fue localizado de nuevo y obligado a dirimir su problema otra vez, con el CUC.
Tenía que quitarse ese lastre de “sin papeles” y “busca vida”. Fue entonces que “alumbrado” por otros “colegas sin papeles”, encontró la vía, la persona ideal y por 150 CUC que colmaron la billetera del funcionario publico adecuado, compró su libertad y con ella, se hacia portador del indispensable carné de identidad con dirección de su nuevo país. !Al fin, era ciudadano cubano¡ y podría pertenecer al CDR. Terminaron las angustias, los acosos, las deportaciones, porque de paso, con unos pesos adicionales le dejaron limpios los antecedentes penales. En cuanto entrara en dinero vendría el próximo escalón: Adquirir una plaza de administrador, carnicero, o taxista. Pero estas eran palabras para empeños mayores.
Por el momento, se investía con la categoría de desocupado legal, o trabajador informal. Había dejado de ser un peligroso, un vago, o un antisocial extranjero, con múltiples deportaciones por negocios ilícitos, e indocumentado. No seria detenido ni conducido mas porque ya estaba trasformado en un cubano libre, el hombre nuevo, digno de vivir en el primer país socialista de America Latina. Cuba.

Los huevos del paraíso

Posted: viernes, 10 de abril de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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La infinita costumbre de Juanita la de la esquina de transitar con los huevos en las manos por las calles le ha ocasionado múltiples problemas.
Acosos, amenazas, proposiciones deshonestas, multas, y el calificativo de acaparador son varias de las angustias sufridas por Juanita la de la esquina antes de que el agente la llevara detenida a la estación.
De nada le sirvió jurar que venía de la carnicería, mostrar al policía la libreta de racionamiento, leer a voz en cuello los nombres de los consumidores en su núcleo familiar, ni sumar los 10 huevos que les correspondían a cada uno. Pillada en la vía pública, se la llevaron entre el asombro y la burla de los posibles compradores.
Tener dos huevos a la mano es algo de un valor inestimable, pasearse por las calles con 40 ó 60 es una provocación que te puede costar.
Los huevos hay que tenerlos bien puestos. Es decir, acomodados en filas, metidos en una jaba, envueltos en periódicos, pero nunca a la vista de todos si no se quiere volver a casa “deshuevado”.
Pero Juanita la de la esquina no escarmienta a pesar de las reiteradas amonestaciones, multas y decomisos impuestos por los inspectores y la policía. Al parecer olvidó que las gallinas ponedoras volaron con los ciclones.
Poseer un huevo extra en el momento actual es considerado, por el presidente de el CDR, como un grave delito, una falta de solidaridad, y sobre todo, la creación de un espejismo en quienes sueñan con comerse aunque sea uno o dos bien fritos.
¡De seguir la cosa como va, el valor de los huevos estará más caro que el dolar! le gritaba el presidente del CDR a Juanita.

¡Y cuando el petróleo se encuentre, vamos a ver que vas a vender!.
Muchos eruditos vaticinan ahora mismo que un huevo de Juanita la de la esquina podrá alcanzar un precio aproximado al huevo de Pascua de empuñadura de plata, sostenido por cuatro cruces, con las iniciales en esmalte azul del Zar Nicolás II, encargado en 1907 a Peter Carl Fabergé para la zarina, y subastado en la sucursal de la casa Sotheby´s, en Ginebra, por un millón de euros.
Otros vecinos, más prácticos, consideran que de tener en su poder un lugar mas apropiado, podría montar su propia huevada, con el nombre: Huevos del paraiso. Seguro que algunos sin pensarlo dos veces los cambiarían por el petróleo prometido hace más de 50 años.
Nada, que entre los huevos que exhibe Juanita la de la esquina por las calles de Santiago de Cuba, y el petróleo que se encuentra en ¡no se sabe donde!, los vecinos optarían, ante la falta de recursos, por la primera propuesta.
Eso, si antes no son detenidos, decomisados sus huevos, y escuchado el discurso del presidente del CDR, por receptación ilícita de un patrimonio de la nación.

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