La historia de Juana
Posted: martes, 19 de mayo de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas: Juanita la de la esquina
0
Mi primo Sergio era todo un personaje, tan chiquito como su perra e igual de pendejo. Recuerdo que un día le prendí una en el hocico de Mirringa y él salió disparado por todo el patio junto a su perra. Todo eso sucedió mucho antes de la separación de mis padrinos. Después vino el cambio. La separación de mis padrinos. Una tarde mi madrina y su vecina se halaron los pelos en medio de la calle. Las palabrotas que vomitaba mi madrina:¡hija de puta eres la más barata de todas las coño su madre!. Pero de nada sirvió, mi padrino se fue tras aquella "hija de puta" y todo se jodió. Desapareció para siempre el esquema familiar. Mi primo Sergio cambió.
Mi padrino era un tipo bajito y flaco, negro. Aún hoy no me explico cómo podía luchar en la cama con mi madrina, una mujer que triplicaba su peso y casi la mitad de su estatura. Era vicioso a fumar tabacos, siempre lo podías encontrar en el portal con uno de ellos en la mano aunque estuviera apagado. Luego tuvo dos hijos más con la vecina y se parecían mucho a mi primo Sergio.
En la casa de mi madrina las únicas sesiones de espiritismo o santería, no eran las únicas fuentes de ingreso, ellos practicaban en ese tiempo la bolita. Allí mismo y cruzando la avenida de San Pedrito justo en la esquina de la Conga de San pedrito, bajábamos por una callecita y asistíamos a las sesiones de mi madrina. Vi cosas extrañas en esas sesiones aptas para todas las edades de aquellos tiempos, como por ejemplo, cuando se invocaba la presencia de algún muerto y éste aparecía en el cuerpo de la persona en trance, entonces se establecía un breve diálogo entre el familiar y el muerto presente.
La casa de mi madrina fue vendida después de la separación.Vivieron en la avenida Garzón, casi frente a ellos vivía mi abuela. Nunca más oí hablar de santería o espiritismo, creo que pasaron muchos años, bien fundadas razones tuvo la madrina para desconfiar de unos santos tan cabrones que le robaron a su marido. Ambas casas eran de mampostería y algo amplias, luego, con el correr de los años, he tratado de explicarme esa facilidad que tenía mi madrina para vivir bien. Ella fue la que mejor vivió de todas sus hermanas y hermanos, pero lo asombroso es que nunca le conocí vínculo laboral alguno, y tampoco practicaba ese negocio viejo del cuerpo, porque ni eso poseía, era gordita y cilíndrica, solo podía presumir de sus ojos encantadores que nadie sabe dedonde salieron verde claro, porque en mi familia todos eran trigueños, y con esto no quiero poner en tela de juicio la pureza de su familia.
Parece que los hombres siempre se sintieron atraídos por aquellos bellos ojos, porque de verdad, nunca le faltó marido y todos con buenos empleos, aunque para serles sincero, todos le duraban lo mismo que un merengue en la puerta de un colegio, solo el último logró sobrevivir muchos años, hasta que estando aquí afuera me enteré que murió. La dejó con muchos hijos. Ella siguió su vida convirtiéndose para todos en Juanita la de la esquina.
Mi padrino era un tipo bajito y flaco, negro. Aún hoy no me explico cómo podía luchar en la cama con mi madrina, una mujer que triplicaba su peso y casi la mitad de su estatura. Era vicioso a fumar tabacos, siempre lo podías encontrar en el portal con uno de ellos en la mano aunque estuviera apagado. Luego tuvo dos hijos más con la vecina y se parecían mucho a mi primo Sergio.
En la casa de mi madrina las únicas sesiones de espiritismo o santería, no eran las únicas fuentes de ingreso, ellos practicaban en ese tiempo la bolita. Allí mismo y cruzando la avenida de San Pedrito justo en la esquina de la Conga de San pedrito, bajábamos por una callecita y asistíamos a las sesiones de mi madrina. Vi cosas extrañas en esas sesiones aptas para todas las edades de aquellos tiempos, como por ejemplo, cuando se invocaba la presencia de algún muerto y éste aparecía en el cuerpo de la persona en trance, entonces se establecía un breve diálogo entre el familiar y el muerto presente.
La casa de mi madrina fue vendida después de la separación.Vivieron en la avenida Garzón, casi frente a ellos vivía mi abuela. Nunca más oí hablar de santería o espiritismo, creo que pasaron muchos años, bien fundadas razones tuvo la madrina para desconfiar de unos santos tan cabrones que le robaron a su marido. Ambas casas eran de mampostería y algo amplias, luego, con el correr de los años, he tratado de explicarme esa facilidad que tenía mi madrina para vivir bien. Ella fue la que mejor vivió de todas sus hermanas y hermanos, pero lo asombroso es que nunca le conocí vínculo laboral alguno, y tampoco practicaba ese negocio viejo del cuerpo, porque ni eso poseía, era gordita y cilíndrica, solo podía presumir de sus ojos encantadores que nadie sabe dedonde salieron verde claro, porque en mi familia todos eran trigueños, y con esto no quiero poner en tela de juicio la pureza de su familia.
Parece que los hombres siempre se sintieron atraídos por aquellos bellos ojos, porque de verdad, nunca le faltó marido y todos con buenos empleos, aunque para serles sincero, todos le duraban lo mismo que un merengue en la puerta de un colegio, solo el último logró sobrevivir muchos años, hasta que estando aquí afuera me enteré que murió. La dejó con muchos hijos. Ella siguió su vida convirtiéndose para todos en Juanita la de la esquina.