En Cuba todo el mundo es artista

Posted: jueves, 14 de mayo de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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La mayor parte del tiempo, nosotros los cubanos mostramos cuan grande es nuestra obra. Si llegamos a E.U, europa, China, Japón, tienemos que sacar el aire caribeño que “aquí el que manda soy yo cojones”. Mi vecino es uno. Espécimen en via de extinción. Se llama Julian, pero todos lo conocen por José Lezama Lima. Escritor cubano ya fallecido, autor de “Paradiso” y probocador de la gran cena lezamiana en el filme “Fresa y Chocolate”. Las ocurrencias de Julian, perdón, Lezama fueron muchas. Según afirmaba, fue explorador, mago, marinero, profesor, dueño de una plantación de caña, entre otros cien oficios, y estuvo prisionero durante el gobierno de Batista, cuando lo confundieron con un espía alemán.
El grupo que estaba sentado alrededor de la esquina, fijó los ojos en el cabello blanco de Lezama Lima, sus espejuelos espesos, la forma de mover los labios y la dureza del rostro cuando lo decía.
Se sentía dueño de todo lo que había en el barrio. La esquina era el espacio mágico donde, entre la hilaridad y el desconcierto, escuchábamos las mil y una historias de Julian, perdón Lezama.
Apretados los unos contra los otros en la pequeña esquina del barrio, a veces sustituíamos los juegos callejeros por las historias de Lezama.
“¿Ya les dije que Abel Prieto me solicitó que escribiera la historia del tabaco en Cuba? ¿Y que decidí titularlo Nicotine Tabacum Amerique Latine?”. Y miraba los rostros aprobatorios sin detener su lengua.
-Nadie conoce como yo, las causas del moho azul y la roya del tabaco. En mis vegas de Pinar del Rio se daba la mejor hoja del mundo, casi del tamaño de una sábana, pero las abandoné para llevarme la mujer del alcalde. ¿Verdad, Nena?
Su esposa, Juanita la de la esqina respondía desde la ventana:
-Sí, Julian perdón, Lezama.
“Eran tiempos duros. Tan sólo por hablarme alto sacaba la escopeta y balazos pa’ cualquiera.”
Pero donde más seguidores tenía era con la literatura. Convertido en intérprete, traductor, editor de lecturas y títulos de obras escuchadas por radio. Siempre nos dejaba boquiabiertos.
-¿Les hablé de la muchacha que convertí en escritora junto a otros escribanos de mala muerte para las letras?
Y se tomaba un aire, asentando sus pasitos cortos y perdía la mirada en las en la entrada del puerto de Santiago.
“Se llamaba Caridad. ¡Qué muchacha aquella! Era una flor. Lo único que apenas podía caminar por los juanetes, tenía un ojo atravesado y era de poco pelo y fuerte olor. ¡Pero como besaba esa condena!”.
Un suspiro hondo separaba cada evocación de la mujer antes de hablar de su obra predilecta:
-¿Alguno de ustedes han leído siquiera por casualidad algo sobre “El rey de la Habana”, “Antes que anochezca”? ¿No? Pues ese soy yo.
Y de forma ritual, como cada tarde, se colocaba la mano sobre el pecho y concluía:
“Esa es mi historia, aunque contada por los hermanos Pedro Juan Gutierrez y Reinaldo Arenas, a quienes este humilde servidor abrió los caminos de la literatura”. Yo Julian, perdón José Lezama Lima.

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