Los huevos del paraíso

Posted: viernes, 10 de abril de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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La infinita costumbre de Juanita la de la esquina de transitar con los huevos en las manos por las calles le ha ocasionado múltiples problemas.
Acosos, amenazas, proposiciones deshonestas, multas, y el calificativo de acaparador son varias de las angustias sufridas por Juanita la de la esquina antes de que el agente la llevara detenida a la estación.
De nada le sirvió jurar que venía de la carnicería, mostrar al policía la libreta de racionamiento, leer a voz en cuello los nombres de los consumidores en su núcleo familiar, ni sumar los 10 huevos que les correspondían a cada uno. Pillada en la vía pública, se la llevaron entre el asombro y la burla de los posibles compradores.
Tener dos huevos a la mano es algo de un valor inestimable, pasearse por las calles con 40 ó 60 es una provocación que te puede costar.
Los huevos hay que tenerlos bien puestos. Es decir, acomodados en filas, metidos en una jaba, envueltos en periódicos, pero nunca a la vista de todos si no se quiere volver a casa “deshuevado”.
Pero Juanita la de la esquina no escarmienta a pesar de las reiteradas amonestaciones, multas y decomisos impuestos por los inspectores y la policía. Al parecer olvidó que las gallinas ponedoras volaron con los ciclones.
Poseer un huevo extra en el momento actual es considerado, por el presidente de el CDR, como un grave delito, una falta de solidaridad, y sobre todo, la creación de un espejismo en quienes sueñan con comerse aunque sea uno o dos bien fritos.
¡De seguir la cosa como va, el valor de los huevos estará más caro que el dolar! le gritaba el presidente del CDR a Juanita.

¡Y cuando el petróleo se encuentre, vamos a ver que vas a vender!.
Muchos eruditos vaticinan ahora mismo que un huevo de Juanita la de la esquina podrá alcanzar un precio aproximado al huevo de Pascua de empuñadura de plata, sostenido por cuatro cruces, con las iniciales en esmalte azul del Zar Nicolás II, encargado en 1907 a Peter Carl Fabergé para la zarina, y subastado en la sucursal de la casa Sotheby´s, en Ginebra, por un millón de euros.
Otros vecinos, más prácticos, consideran que de tener en su poder un lugar mas apropiado, podría montar su propia huevada, con el nombre: Huevos del paraiso. Seguro que algunos sin pensarlo dos veces los cambiarían por el petróleo prometido hace más de 50 años.
Nada, que entre los huevos que exhibe Juanita la de la esquina por las calles de Santiago de Cuba, y el petróleo que se encuentra en ¡no se sabe donde!, los vecinos optarían, ante la falta de recursos, por la primera propuesta.
Eso, si antes no son detenidos, decomisados sus huevos, y escuchado el discurso del presidente del CDR, por receptación ilícita de un patrimonio de la nación.

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