La mujer de todos
Posted: lunes, 30 de junio de 2008 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas: Las cosas que dejé en Cuba
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Cuando miro en los enormes carteles publicitarios el solo objeto comercial : la mujer, no sé si decir para mis adentros, qué belleza o qué tristeza. En Francia, como en el resto del mundo consumidor, es la imagen número uno, que se puede ver en todos los soportes inimaginables. Lástima que todavía seguimos pensando y actuando con tan poco sentimiento.
A veces quisiera ver a la verdadera mujer, la que cruza todos los días mi vida, ella que tiene la fuerza necesaria para vivir, pensar, amar y entregarlo todo sin esconder nada. Quisiera ver aquella que nos dio la vida, que nos cuida y nos ama hasta que muere. Quisiera ver a la señora que olvidó sus sueños, hace mucho tiempo en Cuba, sentada en su butaca. Quisiera ver a aquellas pobres que todavía cargan, a lo largo de Latinoamerica, sus pesados roles en las tareas domésticas, acentuando el cuidado de niños, el del esposo y la casa. Quisiera ver a las que solían acceder a un puesto de trabajo remunerado, bajo una condición obrera inferior que a la de los hombres. Quisiera ver a aquella campesina francesa que educa, ama a sus tres hijas como en los tiempos remotos.
Quisiera ver sus sueños, su tristeza, sus triunfos, sus caidas, sus revoluciones, su fuerza, su amor.
A veces quisiera ver a la verdadera mujer, la que cruza todos los días mi vida, ella que tiene la fuerza necesaria para vivir, pensar, amar y entregarlo todo sin esconder nada. Quisiera ver aquella que nos dio la vida, que nos cuida y nos ama hasta que muere. Quisiera ver a la señora que olvidó sus sueños, hace mucho tiempo en Cuba, sentada en su butaca. Quisiera ver a aquellas pobres que todavía cargan, a lo largo de Latinoamerica, sus pesados roles en las tareas domésticas, acentuando el cuidado de niños, el del esposo y la casa. Quisiera ver a las que solían acceder a un puesto de trabajo remunerado, bajo una condición obrera inferior que a la de los hombres. Quisiera ver a aquella campesina francesa que educa, ama a sus tres hijas como en los tiempos remotos.
Quisiera ver sus sueños, su tristeza, sus triunfos, sus caidas, sus revoluciones, su fuerza, su amor.
Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.
Voy haciendo de todas un collar infinito
Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.
Pablo Neruda