Mi destino preferido
Posted: jueves, 5 de marzo de 2009 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas: Mi destino preferido
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Estoy dentro del aeropuerto José Martí. Mi vuelo tiene demora. Tendremos que esperar unas dos horas. "A los pasajeros con destino a Venezuela, Caracas, les anunciamos que el vuelo 25822L, tendrá demora. Gracias por su comprension". " A los pasajeros que están fumando dentro de la instalación, les recordamos que están violando la ley n° 158479 del código penal del año 1999, referente a..."
Bueno al menos está el aire acondicionado. No sé en qué estará pensando mamá. Es la única persona de la familia, después de 32 años, a quien no le puedo adivinar el pensamiento. Al menos sé que es buena. Como mujer y madre. Desde que papá murió no le he conocido a nadie en su vida. Sí, sí, a nadie. Vivíamos en una casita que se comunicaba con todos los vecinos. De esas casitas que tienen un punto en común: el patio y sus construcciones horizontales. Mi casa era alegre y bien bonita. Alegre lo digo porque siempre estaba llena de gente y bonita porque era mi casa. Mejor dicho, la de la familia. Con mis padres, todo iba de maravillas. Papá era barbero y un hombre bueno. Me gustaba cuando llegaba a casa sin saber donde poner los pies. Es decir toma'o. Se ponía a reir y hablaba de las cosas que podría haber realizado, de no haber pisado La Habana. Porque mi padre es del centro de la isla. Venía de la nada. Pocas veces discutían entre ellos. A decir verdad, solo una vez los escuché en plena crisis. Cuando licenciaron a papá de la barbería. Él se defendió como pudo, pero el aministrador no era de fiar. Mamá supo más tarde que el retiro forzado era por su salud. Fue a partir de ese momento, que la casita empezó a llenarse de gente. Mi padre montó su propia barbería. Fue el comienzo de largas historias que se reproducían cotidianamente. Papa se resumía en tomar, fumar, tomar, fumar y hablar. Y lo mismo más pelar. Un día pasó lo que pasó. Yo tenía unos 12 años cuando el accidente. Es estraño pero no me acuerdo cómo murió mi padre. Al menos sé que en el cielo estará bien ¿no?.
Bueno al menos está el aire acondicionado. No sé en qué estará pensando mamá. Es la única persona de la familia, después de 32 años, a quien no le puedo adivinar el pensamiento. Al menos sé que es buena. Como mujer y madre. Desde que papá murió no le he conocido a nadie en su vida. Sí, sí, a nadie. Vivíamos en una casita que se comunicaba con todos los vecinos. De esas casitas que tienen un punto en común: el patio y sus construcciones horizontales. Mi casa era alegre y bien bonita. Alegre lo digo porque siempre estaba llena de gente y bonita porque era mi casa. Mejor dicho, la de la familia. Con mis padres, todo iba de maravillas. Papá era barbero y un hombre bueno. Me gustaba cuando llegaba a casa sin saber donde poner los pies. Es decir toma'o. Se ponía a reir y hablaba de las cosas que podría haber realizado, de no haber pisado La Habana. Porque mi padre es del centro de la isla. Venía de la nada. Pocas veces discutían entre ellos. A decir verdad, solo una vez los escuché en plena crisis. Cuando licenciaron a papá de la barbería. Él se defendió como pudo, pero el aministrador no era de fiar. Mamá supo más tarde que el retiro forzado era por su salud. Fue a partir de ese momento, que la casita empezó a llenarse de gente. Mi padre montó su propia barbería. Fue el comienzo de largas historias que se reproducían cotidianamente. Papa se resumía en tomar, fumar, tomar, fumar y hablar. Y lo mismo más pelar. Un día pasó lo que pasó. Yo tenía unos 12 años cuando el accidente. Es estraño pero no me acuerdo cómo murió mi padre. Al menos sé que en el cielo estará bien ¿no?.
(continuará...)