¡Coño! en esta cuartería siempre hay una jodedera distinta, cuando no es una bronca, es un borracho o alguien que cogen rascabuchando. ¿Será posible que no se pueda vivir en paz en este lugar ?Decía Jorge al mimo tiempo que desmontaba el viejo motor de carro.

Jorge era un tipo normal. Siempre había estado con una mano atrás y otra delante. En la familia eran iguales, uno para todos y todos comiendo soga. El se buscaba unos quilos en la mecánica de los viejos carros. Todos los que aparcaban frente a la Plaza de Marte, eran sus pacientes. Le gustaba la mecánica.

Juanita la de la esquina llevaba dando gritos en la cuartería desde hacía unos días. Cuando menos se lo esperaban, en medio de la novela, entraba como una loca y se le oían los gritos: qué si esto no se va a quedar así, qué me le voy a embazar en la casa y le voy a partir la vida…

Había sucedido que Juan, su marido se desapareció de casa hacía ya dos meses, diciéndole a la mujer que tenía que cortar caña durante 15 días por su trabajo y hasta el momento no había noticias de Juan. Las malas lenguas decían que se había ido con otra para Gibara, donde lo habían visto por última vez.

- Eso no se va a quedar así. Yo soy Juanita la de la esquina y a mi ninguna puta barata me levanta mi macho… ¡ay, pero tú verás, en esta le arranco el corazón!

- No jodas Juanita, si Juan seguro que está cortando caña como loco y tú estás maldiciéndolo todo el tiempo. El pobre debe de estar que le duelen los oídos de tanto escucharte. Le decía el presidente del CDR

Juanita era bruja de las malas; empezó desde niña, formaba amarres con huesos de muertos. Hacía ya varios años que ella y Juan vivían juntos. Una noche de sábado para domingo que ya la gente se preparaba para ver la novela, Jorge había invitado a su mujer a salir: Negra prepárate que esta noche nos vamos de rumba. No pasaron ni 10 minutos cuando la mujer de Jorge se puso inquieta:

- ¿Qué fue eso?

- No sé, debe ser el gato del vecino o el ñato con la música. Prepárate que reservé el mejor restaurante de Santiago. Esta noche va a ser especial…

Un gruñido había llegado a sus oídos. Después se convirtió en aullido. La mujer de Jorge se abrazaba a él. Estaba claro que cualquiera que fuese el origen de todo, este emanaba del cuarto de Juanita.

- ¿truenos?

- ¿Cómo van a ser truenos? Esa es Juanita, mi negra

El ruido ya era ensordecedor. Los vecinos salieron al patio y se unieron a la sinfonía. Lo que fuera se hacía insoportable hasta que un portazo cambió el panorama. Entonces se escucharon desde el interior del cuarto de Juanita los gritos y los llantos que estremecían la cuartería…

- ¡Ay qué va, yo no salgo ni loca! decía la mujer de Jorge

Jorge salió cabrón al patio “quien quiera que fuera me ha jodido la noche”, y entonces, la vio y se quedó paralizado… ¡coño! cerró los ojos. Juanita estaba medio desnuda, bañada en sangre. Estaba poseída. Nadie se atrevía a detenerla. Estaba destrozando un animal que había sacrificado para sus santos, a la vez que gritaba a todo pulmón : “tú tienes que volver Juan, Juan, tú tienes que volver” . Así estuvo un tiempo que a todos los vecinos les pareció un siglo, antes de que alguien gritara:

- Eso es epilepsia ¡Métele una cuchara en la boca!

¿Pero quién se atreve a jugar con candela? Nadie se movió de su puerta. Simplemente se quedaron allí congelados hasta que ella solita empezó a perder presión y se calmó. Luego, al volver en sí entró a su cuarto sin decir esta boca es mía.

- Coño, hoy si que se le montó el santo- dijo el presidente del CDR, el único que se atrevió a decir algo.

Esa noche Jorge y su mujer se quedaron en la casa. El resto de la noche transcurrió en paz, pero nadie pegó el ojo en la cuartería. Era una paz demasiado cargada.

Dos días después, salía por el periódico que estaban buscando a uno con los mismos rasgos de Juan. Se decía que el individuo se coló en una casa y lo destruyó todo, pero no se llevó nada. Se escribió que era el principal y único sospechoso de la muerte de una Joven quien fue encontrada muerta, destrozada, el pecho vacío y restos de corazón humano en la sartén en la cocina.