La fábrica
Posted: martes, 20 de abril de 2010 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas: Cuentos de verano
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Las 4:30 de la tarde, marcaba el reloj de la fábrica. Era el día señalado después de tantos meses de discusión. La reunión tendrá lugar en la planta número 2, a la derecha, al fondo del pasillo pegado a los baños. No tenían otra sala disponible, para ese día. Toda la fábrica desarrollaba la reunión mensual. La reunión de los jefes, la reunión de los subjefes, la reunión de los jefes de los jefes, la reunión de todos los jefes y la reunión de los fundadores, que era a las 4:30 de la tarde como, marcaba el reloj de la fábrica. Como decía, al final del pasillo, solo había que empujar la puerta de color rojo y ya se podría respirar en los 88 metros cuadrados y sus cuarenta sillas color rojo y la tabla redonda como la de la tele. Todo estaba dispuesto, tres micrófonos, perdón cuatro, la bandera y 8 carteles dándoles la bienvenida a los visitantes de la tarde.
La secretaria se precipitaba hacia la mesa para sentarse en el sillón presidencial. Ella estaba segura que desde allí, todos podrían admirar su camisa nueva de encajes y la pulsera de cuero sintético. Ricardo se sentó al lado dándole a demostrar que los micrófonos eran de alta tecnología y que fue él quien los consiguió. Le seguía José, que se tocaba los bolsillos del pantalón para asegurarse que no se le olvidaron las pastillas de Aspirinas y de Donepezil, su mujer miraba las sillas vacías con un aire agrio.
Después de lo sucedido, se tendría que plantear una nueva estrategia. “Los nuevos no pueden sacar la cabeza del agua, así como así. Está más que discutido, de hoy no pasan” decía bien alto la secretaria de la fábrica.
Los cuatro estaban sentados en la mesa presidencial, frente a las sillas. El responsable informático, Ricardo, planteaba que cuando sucedió lo que sucedió, él sabía bien claro lo que decía y sabía que estaba más que respaldado por sus compañeros «les diré que en esta asamblea, las cosas sí que se dirán de frente y con democracia, no a escondidas como pretenden hacer algunos de los nuevos y por eso cuento con ustedes. O se van a los sancionamos. El otro día me pasé más de cuatro horas buscando en internet y creo que no existe ninguna ley que contradiga lo dicho por mi”
-Jamás en la vida he visto tal humillación, gritaba José el económico, parecen que como vienen de otra fábrica piensan implantar sus ideales y creo que para nosotros es más que una falta de respeto, es agmoral…
-Inmoral, mi amor, se dice inmoral, le interrumpe su mujer fundadora de la fábrica.
-Bueno como decía mi mujer, pero lo que dije ese día lo vuelvo a decir si es necesario, Ricardo y yo estamos conscientes de lo dicho. Esta fábrica es consciente de lo que he hecho por ella, día a día he contado el dinero y nadie me puede señalar con el dedo que he masgastado, lo contrario, todos conocen que el capital se mantiene fijo como hace 30 años, y gracias a quién, pues a mí.
-Malgastado, le decía la mujer, malgastado mi amor.
-Pienso y vuelvo a pensarlo y creo que existe una ley, creada en 1901 que contradice lo dicho por los nuevos y eso sí que es democrático, porque si quieren expresarse por qué no lo hacen como nosotros, acá amparados por la ley de 1901. Es verdad que yo soy una mujer sola, que no tengo hijos pero desde que trabajo en esta fábrica como secretaria, y a mucha honra, nunca he escuchado tal humillación. Ustedes tienen toda la razón y les creo a pesar de que no estaba presente ese día, les creo desde el fondo de mi corazón.
Ricardo estaba asombrado de lo que escuchaba. Él se preguntaba y a la vez admiraba las respuestas; él se embelesaba a su manera con la secretaria. Ella la omnipresente. A José lo admiraba. A él todos lo trataban de imbécil y necio, pero José era el único que lo consideraba a pesar de tener una mujer gorda e idiota que se creía una gran princesa.
-Usted también tiene razón compañera secretaria, gritaba Ricardo excitado, hace poco que entré en esta fábrica, pero sus palabras siempre han sido una guía para mi futuro, para la construcción de mi personalidad y sepa que la considero como a una madre, desde que entré aquí.
-No digas eso Ricardo que me pongo sentimental, yo también te tengo mucho cariño y reconozco que si no fueras tan joven, hiciera mi vida contigo. Personas como tú pueden ayudar a la fábrica a cumplir los objetivos y no una banda de poetas dando lección de lógica, cuando hace más de cuarenta años que trabajo y vivo por la fábrica.
-Exactamente secretaria y pienso que en la próxima reunión debería sortearse a voto la presidencia, porque quién mejor que usted para entendernos.
-Someterse mi amor, someterse a voto, le decía la mujer.
Ya se acercaba la hora de irse, cerca de las 9:21 de la noche y al fin llegarían a una conclusión más que justa. El precio de la democracia es demasiado y nadie lo puede pagar ni aún dando su vida. Porque el concepto de la ley 1901 para nosotros es más, mucho más que el respiro de unos poetas. Grande o chica la nación que llamamos Fábrica es el valor conjunto del ayer, del hoy y del mañana por los siglos de los siglos. La fábrica es cada polvo de la tierra sobre la cual pisamos, es la leche que lactamos del pecho de la madre. La fábrica somos nosotros, nuestros padres, nuestros familiares y por qué no, el vecino de la esquina. La fábrica en fin es, el hijo que nace en nuestra tierra.
-Esto lo tenemos que firmar y mandarlo por correo a todos los que no asistieron a la reunión, pienso que no hay más nada que decir con respecto a ese problema, decía la secretaria.
Carta dirigida al comité de fundadores de la fábrica de papeles MCS. Respecto al problema sucedido dos meses antes:
Ustedes son impredeciblemente ilógicos en sus sublimes enredos. En política: Unos cuantos chiflados quieren hacerse una sociedad pulcra con hoz amellada, martillo sin cabo y metro del atraso. En su condición humana fracturan a los individuos con el racismo. La diferencia de cultura justifica machacarse unos a otros. En la creencia: la hipocresía es la diosa de sus altares. Cada quien asegura poseer la distinción en el monopolio de Dios, y promociona tener el mérito de la comunicación. Sus egos son tan grandes que no pueden ser propiedad social. Por supuesto que ego e hipocresía caben en su sociedad, donde la actitud arrogante y prepotente que usan divide a seres iguales de propia naturaleza. Su planeta es casa de locos. Pero muy divertido. Por ese motivo, nos sentimos obligados a llevar a otras fábricas nuestras experiencias productivas para el bien de una sociedad justa y con respeto;
Firmado, los nuevos.
La secretaria se precipitaba hacia la mesa para sentarse en el sillón presidencial. Ella estaba segura que desde allí, todos podrían admirar su camisa nueva de encajes y la pulsera de cuero sintético. Ricardo se sentó al lado dándole a demostrar que los micrófonos eran de alta tecnología y que fue él quien los consiguió. Le seguía José, que se tocaba los bolsillos del pantalón para asegurarse que no se le olvidaron las pastillas de Aspirinas y de Donepezil, su mujer miraba las sillas vacías con un aire agrio.
Después de lo sucedido, se tendría que plantear una nueva estrategia. “Los nuevos no pueden sacar la cabeza del agua, así como así. Está más que discutido, de hoy no pasan” decía bien alto la secretaria de la fábrica.
Los cuatro estaban sentados en la mesa presidencial, frente a las sillas. El responsable informático, Ricardo, planteaba que cuando sucedió lo que sucedió, él sabía bien claro lo que decía y sabía que estaba más que respaldado por sus compañeros «les diré que en esta asamblea, las cosas sí que se dirán de frente y con democracia, no a escondidas como pretenden hacer algunos de los nuevos y por eso cuento con ustedes. O se van a los sancionamos. El otro día me pasé más de cuatro horas buscando en internet y creo que no existe ninguna ley que contradiga lo dicho por mi”
-Jamás en la vida he visto tal humillación, gritaba José el económico, parecen que como vienen de otra fábrica piensan implantar sus ideales y creo que para nosotros es más que una falta de respeto, es agmoral…
-Inmoral, mi amor, se dice inmoral, le interrumpe su mujer fundadora de la fábrica.
-Bueno como decía mi mujer, pero lo que dije ese día lo vuelvo a decir si es necesario, Ricardo y yo estamos conscientes de lo dicho. Esta fábrica es consciente de lo que he hecho por ella, día a día he contado el dinero y nadie me puede señalar con el dedo que he masgastado, lo contrario, todos conocen que el capital se mantiene fijo como hace 30 años, y gracias a quién, pues a mí.
-Malgastado, le decía la mujer, malgastado mi amor.
-Pienso y vuelvo a pensarlo y creo que existe una ley, creada en 1901 que contradice lo dicho por los nuevos y eso sí que es democrático, porque si quieren expresarse por qué no lo hacen como nosotros, acá amparados por la ley de 1901. Es verdad que yo soy una mujer sola, que no tengo hijos pero desde que trabajo en esta fábrica como secretaria, y a mucha honra, nunca he escuchado tal humillación. Ustedes tienen toda la razón y les creo a pesar de que no estaba presente ese día, les creo desde el fondo de mi corazón.
Ricardo estaba asombrado de lo que escuchaba. Él se preguntaba y a la vez admiraba las respuestas; él se embelesaba a su manera con la secretaria. Ella la omnipresente. A José lo admiraba. A él todos lo trataban de imbécil y necio, pero José era el único que lo consideraba a pesar de tener una mujer gorda e idiota que se creía una gran princesa.
-Usted también tiene razón compañera secretaria, gritaba Ricardo excitado, hace poco que entré en esta fábrica, pero sus palabras siempre han sido una guía para mi futuro, para la construcción de mi personalidad y sepa que la considero como a una madre, desde que entré aquí.
-No digas eso Ricardo que me pongo sentimental, yo también te tengo mucho cariño y reconozco que si no fueras tan joven, hiciera mi vida contigo. Personas como tú pueden ayudar a la fábrica a cumplir los objetivos y no una banda de poetas dando lección de lógica, cuando hace más de cuarenta años que trabajo y vivo por la fábrica.
-Exactamente secretaria y pienso que en la próxima reunión debería sortearse a voto la presidencia, porque quién mejor que usted para entendernos.
-Someterse mi amor, someterse a voto, le decía la mujer.
Ya se acercaba la hora de irse, cerca de las 9:21 de la noche y al fin llegarían a una conclusión más que justa. El precio de la democracia es demasiado y nadie lo puede pagar ni aún dando su vida. Porque el concepto de la ley 1901 para nosotros es más, mucho más que el respiro de unos poetas. Grande o chica la nación que llamamos Fábrica es el valor conjunto del ayer, del hoy y del mañana por los siglos de los siglos. La fábrica es cada polvo de la tierra sobre la cual pisamos, es la leche que lactamos del pecho de la madre. La fábrica somos nosotros, nuestros padres, nuestros familiares y por qué no, el vecino de la esquina. La fábrica en fin es, el hijo que nace en nuestra tierra.
-Esto lo tenemos que firmar y mandarlo por correo a todos los que no asistieron a la reunión, pienso que no hay más nada que decir con respecto a ese problema, decía la secretaria.
Carta dirigida al comité de fundadores de la fábrica de papeles MCS. Respecto al problema sucedido dos meses antes:
Ustedes son impredeciblemente ilógicos en sus sublimes enredos. En política: Unos cuantos chiflados quieren hacerse una sociedad pulcra con hoz amellada, martillo sin cabo y metro del atraso. En su condición humana fracturan a los individuos con el racismo. La diferencia de cultura justifica machacarse unos a otros. En la creencia: la hipocresía es la diosa de sus altares. Cada quien asegura poseer la distinción en el monopolio de Dios, y promociona tener el mérito de la comunicación. Sus egos son tan grandes que no pueden ser propiedad social. Por supuesto que ego e hipocresía caben en su sociedad, donde la actitud arrogante y prepotente que usan divide a seres iguales de propia naturaleza. Su planeta es casa de locos. Pero muy divertido. Por ese motivo, nos sentimos obligados a llevar a otras fábricas nuestras experiencias productivas para el bien de una sociedad justa y con respeto;
Firmado, los nuevos.