La tâche

Posted: miércoles, 6 de enero de 2010 by yannier RAMIREZ BOZA in Etiquetas:
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Quizá fue a mediados de enero del presente año cuando levanté la vista y vi por primera vez la mancha en la pared. Acababa de tomar café, levanté la vista y la vi. La mancha era pequeña y redonda, negra sobre el blanco de la pared, situada seis o siete pulgadas más abajo del cartel de la Vida es sueño.

Si aquella mancha era una marca dejada por un clavo, el clavo no pudo ser colocado allí para colgar un cuadro, sino para una escultura, representando a una señora algo gorda. Una falsificación, desde luego. La gente que vivía en esta casa antes que nosotros seguro que escogía obras de arte de segunda mano.
Pero, en lo referente a la mancha, realmente no estoy seguro. A fin de cuentas, no creo que fuera una marca dejada por un clavo; era demasiado grande, demasiado redondeada. Hubiera podido levantarme, pero si me levantaba y la miraba, había diez probabilidades contra una de que no supiera averiguarlo con seguridad; debido a que, cuando piensa una cosa, uno nunca sabe cómo ocurrió.
Pero esa mancha en la pared no es un agujero, ni mucho menos. Puede haber sido causada por una sustancia redonda y negra, como un pequeño pétalo de rosa, resto del pasado verano, ya que mi mujer no es un ama de casa muy esmerada —y, como demostración, basta mirar, por ejemplo, el polvo en la repisa del televisor.
El juguete de viento junto a la ventana golpea muy levemente el vidrio... Quiero pensar tranquilamente, en calma, sin ser interrumpido, sin tenerme que levantarme del sillón: Esa mancha ya la había visto en alguna parte. ¿Sería en un libro de historia ?  Algunas manchas tenían colores rojo y morado, pero esta era más bien morada. ¡Y qué sofocante, mierdero y yo no sé qué, se vuelve el mundo!
No, no, nada está demostrado. Y si ahora me levantara, y comprobara que la marca en la pared fuera realmente la cabeza de un animal, clavada hace doscientos años, que ahora, gracias al desgaste asomó la cabeza por la capa de pintura, y tiene la primera impresión del mundo digitalizado en que vivimos. Debo ponerme de pie y ver por mí mismo qué es realmente esta marca en la pared, ¿un clavo, un pétalo de rosa, una grieta, un animal?
¿Dónde estaba? ¿De qué estaba hablando? ¿El primero de enero? ¿Calderón? ¿teatro? Nada recuerdo. Pienso en mi amigo que tiene razón. Nosotros somos la generación electrónica. La memoria viva del pasado y del presente, la tenemos digitalizada. Digitalizamos las voces, la música, las imágenes. También podemos ver a un hombre que lleva más año muerto, como nuestro José Martí. Por supuesto, podemos hacer hablar a los muertos, ver la miseria, el hambre, las guerras y hasta tener un profesor en la casa y recibir los cursos, mientras te sientas en el sillón y te limpias la nariz…
¡Ah, la mancha en la pared! Era un moco.


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